El olivo llegó a México desde Europa durante la conquista de los pueblos prehispánicos. La planta logró asentarse en Texcoco, para posteriormente afianzar sus raíces en el municipio de Chimalhuacán, ambos en el Estado de México.
Según datos del gobierno municipal de Chimalhuacán, en la localidad se cultivan cerca de 30 toneladas anuales de olivo y aceituna, que si bien es una cifra baja en comparación con las 25 mil 330 toneladas que producen los estados de Sonora, Baja California, Tamaulipas, Hidalgo y Zacatecas, sí representa el sustento de varias familias mexiquenses.
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Tras el “Censo Forestal de Olivo en Chimalhuacán”, en 2021, el jefe del Departamento de Fomento Agropecuario del Ayuntamiento, Jonathan Noriega, cuenta que previo al censo se estimaba que sólo existían 200 árboles de olivo en el municipio; luego del censo, asegura que se logró el registro de cerca de dos mil árboles de la especie.
El doctor Enrique Buendía, investigador del área forestal del campo experimental Valle de México del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), explica que los olivos llegaron a Chimalhuacán aproximadamente hace 350 años.
“Por las condiciones ambientales de la zona, la producción de esta planta llegó a ser inclusive un poco más redituable que los olivares originales en el continente europeo. El olivo llegó al oriente del estado de México cuando el rey Carlos III mandó a talar todos los olivos de la Nueva España. Por lo que los olivos persisten actualmente podrían considerarse como sobrevivientes de esa política de exterminio”, refiere el Biólogo Roberto Mendoza, integrante de la Asociación de Arboricultura de Texcoco, que participó en el Censo Forestal del Olivo.
El doctor Buendía describe que Chimalhuacán posee dos tipos de suelo: feozem, rico en materia orgánica y utilizado para la agricultura; y solonchak, con alto contenido de sales y no apto para la producción agrícola. En el primer tipo de suelo, se logró el cultivo del olivo, mientras que en el segundo se realizaron las primeras construcciones de habitantes del municipio.
Además, asegura que el INIFAP capacita a productores del municipio para que logren conocer mejor las condiciones de vida y características del árbol, con el objetivo de lograr la mejor calidad del producto.
Uno de los proyectos más conocidos en la localidad es “Don Aceituno”, de la familia Barragán Buendía. Una de las integrantes de la familia, Elia Buendía, cuenta que producen cuatro tipos de aceituna: picual, arbequina, gordal y manzanilla.
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“Decidimos desarrollar productos derivados, como la aceituna untable, un pesto de ajo, un pesto de jitomate, un pesto de albahaca. Además de aceites saborizados, de los que tenemos diez sabores”, describe.
Como parte de la oferta cultural del municipio, la presidenta municipal de Chimalhuacán, Xóchitl Flores Jiménez, promovió la Feria del Olivo y la Aceituna 2023 en la Plaza Ignacio Zaragoza de la Cabecera Municipal. Del 30 de noviembre al 4 de diciembre, la feria tuvo el objetivo de fomentar el turismo, la gastronomía, las artesanías y la economía de los productores.
En la Feria del Olivo y la Aceituna 2023, productores y productoras locales lograron vender gran variedad de artículos y productos como aceituna, aceite de oliva, artesanías de madera, cosméticos, tamales, atole, vino, miel, ahuautle, bacalao, mezcal, dulces artesanales, pan, vegetales, plantas, entre otros.
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EAM