Imposible pensar que algunos militantes de diferentes partidos desconocían las prácticas ilícitas de sus respectivos liderazgos. Del PRI no tiene fama de corrupto recientemente, es ya una larga historia de esta práctica entre la gente que milita en ese partido. Ahora resulta que por ser afectados por una corrupción que siempre vieron pero no les dañaba se van a otro partido.
La deserción de un militante que se va a otro partido dejó de ser noticia. Se trataba de un golpe mediático que afectaba la imagen pero no la militancia del partido que se quedaba sin un exalcalde, un exdiputado o un exsenador. Ahora son exgobernadores que van del PRI a Morena y no por ello llegan directo a una candidatura.
Lo más que puede hacer Morena por los recién llegados es incorporarlos a la encuesta entre la militancia para un determinado cargo de elección popular, desde donde podrán seguir teniendo reflectores pero no obtendrán la candidatura ni en automático ni a través de las encuestas. Se van de un barco a otro, como las ratas ante el naufragio para mantenerse como políticos pero no para obtener lo que le fue negado en su partido de origen.
Así, los tiempos cambian aunque haya quienes lo nieguen, cualquier salida de militantes debilitaba más en lo cualitativo, es decir, algún diputado o senador, porque su salida era llevada a los medios como una derrota anticipada del partido que dejaba. Ahora, ante la famélica militancia de los tres partidos de oposición, lo que importa es saber con cuántos militantes se sale tal o cual personaje de la política, porque en estos momentos ni el PRI, ni el PAN ni el PRD pueden darse el lujo de perder grupos, desde luego que tiene estados de la República más débiles que otros, donde pueden quedarse sin registro.
Con información del INE en las elecciones federales de 2018 y de 2021, el PRI perdió 78 por ciento de sus afiliados, al caer de 6.4 millones, en las presidenciales, a 1.2 millones. Por su parte, el PRD pasó de 5 millones de afiliados a 1.2 millones.
En los tres partidos hay deserciones diariamente.
A los chapulines no les interesa traicionar sus convicciones, desperdiciar años de militancia, darle la espalda a los votantes que le favorecieron, simplemente buscan el beneficio particular. Es rara la ocasión en la que un chapulín puede servir realmente al partido al que llega. Ejemplos hay muchos.
En el caso de Rommel Pacheco, es diferente, el clavadista expanista que llega a concursar por la presidencia municipal de Mérida, porque Morena carecía de un candidato fuerte para esa posición, con muchas posibilidades de triunfo, por eso fue candidatura única.
La manera de ver la política ha dejado de ser simple y exige cada día no sólo de mayor conocimiento sino de mayor compromiso. La objetividad ha quedado atrás en los medios y en los comunicadores, ahora la definición exige compromiso con conciencia más allá de posturas débiles de quienes cambian de partido, la política tiene sus tonos grises y sus grados. Ha dejado de ser dividida en blanco y negro, entre buenos y malos y debemos abandonar la costumbre de votar por el menos peor para escoger al mejor, porque México lo merece. Tarea que es compromiso y obligación de todos.
PEGA Y CORRE.- Tiempo de mujeres. Por primera vez en la historia de México, dos mujeres presiden los máximos órganos jurisdiccionales, al frente de la SCJN está la ministra Norma Piña y el TEPJF es presidido por la magistrada Mónica Soto… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.