Al Doctor Patán le preocupa su Presidente. Una de las cosas más bonitas que tiene es la alegría de su día a día; esa joie de vivre tan contagiosa. Es un gustazo ver cómo muerde a una niña, se come una garnacha o se echa un beis en la tardecita, después de la siesta de la hora de la comida –nunca después de la siesta del desayuno: es un trabajador incansable–, todo en medio de chascarrillos y carcajadas gozosas.

Bueno, pues da la impresión de que entró a 2024 con un no sé qué de enojo, de amargura. Como que amaneció de malas a este año.

Cuesta trabajo entender las razones, y a desentrañarlas dediqué las últimas 36 horas. A ver: el Presidente, en los últimos días, ha hecho cosas que le encantan. Por ejemplo, igual que todos, comer mucho durante las fiestas, una actividad que les digo que mega disfruta: nadie lo hace con ese entusiasmo viril, hagan de cuenta un vikingo macuspano celebrando alguna conquista con un banquetazo.

Lo digo porque se le ve repuestito en el video de Palenque, un sitio, nos explicó, lleno de cultura. También se echó varias inauguraciones, otra pasión. Ya saben: cortar listones, agitar banderas, ponerse para la foto y aventarse un discurso, preámbulos de su consagración histórica, cuajada en monumentos únicos en el mundo como el AIFA o la farmaciotota. Bueno, pues nada: pésimo estado de ánimo. Lo habrán visto. La primera Mañanera del año fue un despotrique verdaderamente de sentirse intimidado, sobre todo si uno es Ciro Gómez Leyva, cuya cabeza le pidió a sus jefes con todo y que en este sexenio está prohibido prohibir. E, insisto, no es fácil entender las razones.

Pensé, por ejemplo, que su cardiólogo lo había puesto a régimen. No sé: un fasting. “12 horas de ayuno por 12 de ingesta de alimentos, Presidente. Y recuerde que no podemos romper el ayuno con pan dulce. Hay que cuidar esos niveles de azúcar”. Algo así.

Imaginé también que el paseo en el Tren Maya se le había hecho demasiado rápido: en 12 horas apenas le da tiempo de empezar a compartirnos sus conocimientos de historia y geografía. Pero no hay indicios de que eso lo haya puesto en plan “desayuné gallo”. “¿Será el gasolinazo?”, me pregunté. Desde luego que no, contesté al tiro: que la gasolina esté carísima no significa que haya un gasolinazo.

Probablemente la explicación sea la más obvia: se acaba el sexenio y le estruja el corazón saber que no podrá seguir trabajando por el pueblo. Vaya, que nos va a extrañar. Presidente: nosotros también. ¿Está seguro de que no quiere reelegirse?

 

      @juliopatan09