Me equivoqué. Al igual que muchos mexicanos, creímos que Movimiento Ciudadano (MC) era una alternativa política posible. Que tenían una propuesta sensata para un país injustamente empobrecido y terriblemente violento. Un partido que fuera capaz de enfrentar a Morena. Pero las señales de quienes eran Dante y el partido naranja estaban allí y no supimos verlas con claridad. Grave error, lo reconozco.
Dante y su patrimonio político (MC) son tal vez, junto con el PV y el PT, la peor versión del sistema político mexicano. Pero nadie como los hemecistas lo han hecho con tal perversidad. El PV y el PT tienen la infame excusa de su cinismo y su absoluta falta de valores. MC supo vender una “idea” y engañar a millones de personas. Con gran éxito.
Ya en 2012, Dante había apoyado la campaña de AMLO, pero siendo ambos de la misma naturaleza autoritaria siempre se han despreciado, por eso en 2018 y a pesar de la urgente necesidad de un Congreso equilibrado -la Presidencia estaba perdida- muchísimos actores políticos le pidieron a Dante no dispersar a la oposición, pero él tenía otras prioridades o la de siempre: él mismo.
El líder nacional emecista da un giro de 180º y se une a la campaña desquiciada y sin sentido de Ricardo Anaya, consigue para su “organización” la gubernatura de Jalisco con Enrique Alfaro y para él una senaduría. A costa del PAN, MC obtiene un importante número de diputados. Él había cumplido sus objetivos políticos y personales -que son lo mismo- a la perfección.
Habrá que reconocerle al dirigente nacional del partido naranja ese “sentido del oportunismo extremo”, así supo colocar a otro de su “misma clase”, Samuel García, en la gubernatura de Nuevo León. Todo hacía suponer que el nuevo partido emergente sería MC bajo el mando de su amo y señor: Dante Delgado.
Para ese momento, él rompe cualquier posible acuerdo con la oposición a Morena e inicia su proyecto de convertirse, en algún momento, en el candidato de MC a la Presidencia, pero no contaba con el deterioro de Morena, el surgimiento de Xóchitl y sin duda el resultado en RRSS de Samuel y Marianita que se traducirían en un elemento contrario a sus planes y por último la rebeldía de Enrique Alfaro.
A fin de crearse un espacio político personal, Dante convoca a muchos personajes del mundo político que aún creían en él a ese esperpento llamado Mexicolectivo que duró menos que su ceremonia de inauguración, de inmediato se vio la trampa y al tramposo.
El momento clave para Dante fue la elección del Estado de México, allí se gestó Fosforena: es él quién decide que Juan Zepeda no participaría en la elección para gobernador y, así, facilitar el triunfo de Delfina Gómez. Fue un episodio tan vergonzoso que sólo se puede equiparar a un fraude electoral en todo el sentido de la palabra.
Después quedó claro que el candidato ideal para boicotear a Xóchitl Gálvez y beneficiar a Claudia Sheinbaum era Samuel García y a fin de lograr el favor de Palacio, Dante le da paso libre al gobernador de Nuevo León, pero no hay crimen perfecto y todo le salió mal.
Tras la caída de Samuel de la candidatura presidencial, el caos se ha apoderado de Fosforena y de Dante; Ebrard ya no era útil y él tampoco. El plan de urgencia requirió que personajes respetables hasta entonces, cómo Salomón Chertorivski, se volcaran a justificar lo injustificable. Un desmadre absoluto.
De la locura a la estupidez media un paso, llegó el momento de las ocurrencias y del ridículo más absoluto, pero había que imponer a un títere, perdón a un candidato, y allí estaba presente el personaje ideal: Jorge Álvarez Máynez, quién se autodefine: “Militante de las causas perdidas”. Sin comentarios.
Xóchitl Gálvez va contra Claudia Sheinbaum y un bulto sospechoso.
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