Este primer mes de 2024 nos presenta una realidad palpable que nos alienta y nos reafirma que vamos por la ruta correcta hacia la pacificación del país. En días pasados, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), del Inegi, dio a conocer que al cierre de 2023 la percepción de inseguridad en México alcanzó su nivel más bajo registrado en diez años.
Ya en el análisis, la ENSU revela que en 2018 el espectro de la inseguridad se cernía sobre la sociedad con niveles cercanos al 80 por ciento, generando un clima de desconfianza generalizada. Sin embargo, al cerrar 2023, observamos una caída de 5.1 por ciento en la población que dijo sentirse insegura en sus ciudades.
Este cambio de percepción, retomando las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador, refleja una mayor confianza de la ciudadanía en las instituciones de seguridad, lo que constituye un paso fundamental en el proceso de transformación iniciado hace casi seis años.
Pero más allá de las estadísticas, en el día a día de la gente, la percepción de inseguridad no sólo es un indicador numérico, sino la medida de la libertad de salir, caminar por las calles, permitir que nuestras niñas, niños y jóvenes jueguen en espacios públicos. En 2018, cuatro de cada diez habitantes de México vivían la victimización directa de la inseguridad, y para el cierre de 2023 la cifra descendió a un alentador 25.8 por ciento, logrando así una mejora palpable en la vida cotidiana.
De esta manera, los resultados de la ENSU —realizada entre agosto y septiembre de 2023—, representados por un 59.3 por ciento, indican un cambio en las cifras y en la narrativa: México avanza hacia la tranquilidad.
Ahora bien, debemos señalar que estos logros obedecen, en gran medida, al impacto de los Programas para el Bienestar, que han jugado un papel clave en la reducción de la violencia, y cuya piedra angular es la coordinación integral de las corporaciones y la atención a los sectores vulnerables.
Recordemos que la disminución de la percepción de inseguridad va de la mano con los resultados positivos reportados por el Coneval, respecto a que, entre 2020 y 2022, 8.9 millones de mexicanas y mexicanos dejaron la pobreza extrema, lo que evidencia el impacto positivo y el enfoque integral de una estrategia que abarca tanto la seguridad como el bienestar social.
Este cambio de paradigma es promisorio, pero también nos recuerda que el camino hacia la paz es gradual y requiere de esfuerzos permanentes. Por eso, es crucial mantener y fortalecer una estrategia que responda a los síntomas, pero que también aborde las causas fundamentales de la violencia, para seguir construyendo un México más seguro y próspero.
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