En 2020 la economía mexicana se desplomó, junto con las del resto del planeta, en medio del confinamiento por la pandemia de Covid-19.
Las actividades económicas de este país, a diferencia del comportamiento de la mayoría de los países, se mantuvieron en una situación de recesión prolongada durante varios meses porque el gobierno mexicano, a diferencia de prácticamente todo el mundo, no hizo nada por ayudar a su gente para salir adelante. Así, perdimos el 2021 y apenas tuvimos un ligero avance en el 2022.
Esta nuestra economía, no es otra cosa que la unión de todas las actividades productivas que ha sido capaz de finalmente levantarse y ofrecer un resultado como el que tuvo el año pasado.
Esta mañana el Inegi publicó los primeros datos del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del 2023 y, finalmente, se ha dado un resultado positivo desde el 2018.
Son tiempos electorales y desde la conferencia mañanera escucharemos una y otra vez una serie de reflexiones sin sentido del comportamiento de la economía mexicana, tras conocerse este resultado del Inegi.
Vamos a escuchar barbaridades como que México crece más que Estados Unidos. Pero es lo que hay, esa ha sido la retórica de los “otros datos” económicos de López Obrador que dirige a una clientela cada vez más incrédula de su régimen.
Lo que hay que destacar como un valor de la economía mexicana es que ha logrado crecer a estas tasas en torno al 3% a pesar de la autollamada Cuarta Transformación.
Si queremos encontrar la razón para esta expansión del año pasado debemos, primero, ver hacia la economía estadounidense y cómo su expansión, sobre todo en materia de consumo interno, logró jalar a sus principales proveedores donde México está en un lugar destacado desde finales del siglo XX.
En lo interno, para entender la expansión económica del año pasado, hay que eliminar la burbuja del gasto público sobre todo en la construcción de las obras faraónicas del Presidente. Sobre todo, porque ese gasto tan importante en construcción no aportará más beneficio futuro con su operación.
Pero lo que hay que ver con satisfacción es el desempeño del consumo interno, tan reprimido durante todo el sexenio, y que ahora tuvo un despunte importante.
A pesar de tan buen dato al cierre del 2023, el acumulado sexenal difícilmente alcanza un crecimiento del 1% cada año y la desaceleración esperada para este 2024 acabará por confirmar que vivimos en un sexenio perdido en materia de crecimiento.
No hay duda de que hay una larga lista de decisiones tomadas por este régimen que han frenado las posibilidades de crecer a tasas mucho mayores. Además de haber abandonado a su suerte a todos durante la pandemia, el freno a la inversión privada en energías limpias, la desconfianza generada entre los empresarios con decisiones como la cancelación del aeropuerto de Texcoco o la mala calidad del gasto público en infraestructura, a pesar de todo esta economía se mueve.
El crecimiento económico del 2023 nos muestra la resiliencia de este país, nos demuestra que hay posibilidades de recuperar al menos las tasas de crecimiento que tuvimos en gobiernos pasados y nos llama a recomponer muchas de las cadenas productivas perdidas.
@campossuarez