A tres meses de inaugurarse el Parque Ecológico Lago de Texcoco, hasta donde alcanza la vista la mayor parte denota la aridez de una zona que por años ha sido salitre, y lo más verde que se observa es el pasto sintético de las canchas de futbol.
Sin árboles que lo mitiguen (pues los que hay son jóvenes y de sombra escasa, plantados hace poco tiempo) el viento suena con fuerza a las afueras del recinto, todavía en construcción previo a que abra sus puertas el próximo 30 de abril, casualmente el Día del Niño.
Eso sí, las canchas se observan de un verdor intenso, pues no requieren riego para mantenerse impecables, al tratarse de pasto sintético colocado por empresas como Recsa.
El parque se construye tras la cancelación del “Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM)”, proyecto que se sustituyó por el del Aeropuerto Internacional Felipe Angeles (AIFA), actualmente en operación.
Y aunque una de las excusas para su cancelación fue la de salvar el Lago de Texcoco, en el área más grande, recorrida por 24 HORAS, los cuerpos de agua, vasos reguladores creados para evitar inundaciones en la CDMX, se observan pequeños y lejanos, con excepción del Lago Nabor Carillo… Separado de la infraestructura principal por una autopista.
Eso sí, escondidas, por la zona hay algunas ciénagas que más asemejan a charcos debido a la falta de agua.
Mientras que el AIFA, ubicado en la Base Aérea Militar de Santa Lucía, se construyó prácticamente al lado de otro cuerpo de agua: la Laguna de Zumpango, que hoy se reporta sin líquido.
Pese a los avances en el Lago de Texcoco, que el Gobierno reportó el 17 de enero pasado de 81.1%, con una inversión de 5 mil 240 millones de pesos, ecologistas consideran el proyecto más político que ambiental.
“Me preocupa que el proyecto en el Lago de Texcoco sea más político que ambiental. Yo veo dos problemas, el primero es que, para restaurar un ecosistema como este necesitas a personas que se fijen en procesos, no en objetos. Y los artistas o arquitectos se fijan en temas estéticos”, explica Luis Zambrano, doctor en Ecología por la UNAM.
“Para hacerlo bien, es importante conocer de humedales, por ejemplo. El segundo problema es más político. Lo que veo es que la intervención del Presidente es mucho más importante que la intervención técnica”, afirma el experto en entrevista con este diario.
En un área con menos infraestructura, principalmente un vivero para abastecer de plantas a la recientemente Área Natural Protegida (marzo de 2022), el Lago Nabor Carrillo permanece como el mayor cuerpo de agua de la zona, pero separado del resto del parque por la Autopista Peñón-Texcoco.
“Si a mí me preguntaras si vale la pena rescatar el lago, claro que sí vale la pena. Desde mi perspectiva, ayuda a la resiliencia de la Ciudad de México. El problema es el cómo, porque no es lo mismo restaurar un lago con aguas residuales que restaurar un lago con aguas de lluvia”, sentencia Zambrano.
De acuerdo al proyecto a cargo del arquitecto Iñaki Echeverría, el parque tiene como objetivo recuperar más de 14 mil hectáreas y convertirlas en espacios de uso público en beneficio de los habitantes del Valle de México, en particular, de la población del oriente de la Zona Metropolitana. Además de restaurar el hábitat de aves migratorias, así como cuerpos de agua y flora del sitio.