Uno de los momentos más complejos para hacer predicciones económico-financieras y con ellas tomar decisiones de gasto o inversión son los años electorales.

Y en esta ocasión se vuelve más difícil porque en México las reglas del juego electoral están trastocadas por la intervención directa del poder ejecutivo y porque, además, hay elecciones en Estados Unidos y uno de los candidatos es altamente dañino para la salud financiera de este país.

Hay que partir de hechos estadísticos, cada vez que hay procesos electorales presidenciales en México hay una depreciación cambiaria. Puede no ser pronunciada, puede el peso defenderse por otro tipo de factores, pero el nerviosismo se deja ver en la relación peso-dólar.

Entre las aduanas previsibles para anticipar escenarios financieros hay una parada muy importante dentro de 15 días, justo al arranque de las campañas formales rumbo a la elección del 2 de junio.

No hay grandes sorpresas por supuesto en lo que pueda proponer la abanderada opositora, solo hay que ver si un planteamiento lleno de sentido común alcanza a generar emociones electorales.

Y del otro lado, sabremos si la corcholata tiene algún desprendimiento de pensamiento propio o simplemente replica los planes de quien ya gobierna. Por lo tanto, el 1 de marzo es una fecha importante para hacer planes financieros.

Y, por supuesto, el desarrollo pacífico de las campañas, una jornada electoral sin mayores sobresaltos y el reconocimiento pleno de los resultados electorales por parte de todos los actores políticos serán determinantes para que haya paz en las decisiones financieras de los participantes de los mercados.

Cada reporte de finanzas públicas y cada informe de Petróleos Mexicanos a los mercados serán también importantes para generar reacciones de las firmas calificadoras y de los mercados en este año de gasto público desmedido.

El programa financiero de este año ya estaba pensado para jugar en la raya de la salud financiera y el precipicio de la inestabilidad fiscal. Hasta donde estaba presupuestado, un déficit superior al 5% con un aumento considerable de la deuda pública era algo a lo que las firmas financieras ya le hacían caritas, pero no alcanzaba para poner en duda el grado de inversión.

Sin embargo, la reciente degradación crediticia de Pemex y el nuevo salvavidas que le tiró el presidente López Obrador, que implica de entrada dejar de percibir 70 mil millones de pesos, sí puede complicar esas cuentas públicas y con eso en mente se toman decisiones financieras.

Otra parada importante en este año incierto será el diseño del primer paquete económico del siguiente gobierno y saber si incluye una reforma fiscal que dé viabilidad a las finanzas públicas, con Pemex incluido.

Y por supuesto, no hay manera de cerrar planes de mediano y largo plazos sin presupuestar el resultado electoral de los Estados Unidos.

El escenario se parece a las expectativas que tiene nuestro propio país, una visión racional, aunque poco carismática de los demócratas o el embate del populismo arbitrario y arrebatado de Donald Trump.

Por lo pronto, ya completamos las primeras tres quincenas del año con estabilidad en todos los frentes económico-financieros del país, lo que no significa que cerremos los ojos ante los focos amarillos que se encienden en nuestro entorno.

 

     @campossuarez