El apresurado viaje de Claudia Sheinbaum al Vaticano, dos días después de la reunión que sostuvo Xóchitl Gálvez con el Papa Francisco, fue una reacción tardía que tuvo la intención de cerrar las heridas de la relación de la 4T con el clero católico.

 

Gálvez no lo hizo público, pero en la charla con el pontífice se habló de la violencia sin freno que azota al país y que ha afectado de manera señalada a la comunidad clerical católica.

 

Seguramente Sheinbaum fue a tratar de desmentir lo dicho por Gálvez, pero lo hizo en un muy mal momento.

 

La candidata oficial acudió a tratar de zanjar las diferencias entre la iglesia y el gobierno de la 4T, un día después de que se hizo público (y viral) que obispos y curas de Guerrero por su propia cuenta negocian con los grupos del crimen organizado una especie de tregua en el estado.

 

Esta tregua, aparentemente se logró para las ciudades de Chilpancingo e Iguala, pero no para el resto del estado, aunque la información disponible establece que “se mantendrán las comunicaciones’’.

 

El propio presidente Andrés Manuel López Obrador validó ayer los intentos de los clérigos para tratar de negociar una pax narca en el estado, lo que en cualquier país sería una vergüenza porque implica reconocer, explícitamente, que el Estado ha perdido la capacidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos.

 

Los temas que Sheinbaum debió tratar con el Papa fueron necesariamente políticos pues ella, a diferencia de la hidalguense, no profesa la fe católica, es más, se ha declarado agnóstica.

 

Por eso es que llama mucho la atención la celeridad con la que se consiguió la cita con el Papa y la urgencia de verlo unas horas después de que lo hiciera la candidata presidencial de oposición.

 

Al final de cuentas, las entrevistas de ambas candidatas con el líder del catolicismo mundial no hacen otra cosa sino reconocer el papel fundamental que la iglesia puede jugar en la próxima elección.

 

Quizá todavía haya tiempo para recomponer la relación con la 4T, pero, a juzgar por los videos de sacerdotes pidiendo a la feligresía votar por otra opción (pese a la prohibición que existe en la Constitución) que no sea Morena, puede ser indicativo de que ya es tarde.

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El martes pasado, la nota del día fue la orden de comparecer ante un juez a 14 empresarios presuntamente implicados en lo que se ha dado en llamar “el cártel inmobiliario’’ de la alcaldía Benito Juárez.

 

Pero, una de dos, o el juez no tenía mucha prisa para imputarlos o el Ministerio Público no tiene nada para sostener su acusación.

 

El caso es que la audiencia, que debió celebrarse el miércoles, se pospuso para ¡el 17 de junio!, es decir, dos semanas después de las elecciones.

 

Con ello queda más que claro que se trató de pirotecnia político-electoral que no tuvo los resultados esperados.

 

Como esa bomba de humo habrá más a partir del primer día de marzo.

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César Cravioto, senador de Morena, quería ser alcalde de la Gustavo A. Madero, pero lo más que alcanzó es una candidatura a diputado, por la misma demarcación.

 

Dolores Padierna quería nuevamente competir por la alcaldía de Cuauhtémoc, pero la mandaron al otro lado de la ciudad, a Iztapalapa, para competir por una diputación federal.

 

Y así, otros nombres de morenistas que se la jugaron con Martí Batres y Clara Brugada comienzan a sentir el frío trato de la candidata presidencial.

 

       @adriantrejo