No se me ocurre una objeción válida contra el quesillo. Lo haces hebras y te lo comes sin más trámites, como lo compraste en el mercado, y es una maravilla: casi resulta refrescante y sin duda no es abrumador, pero tiene un puntito salado muy apreciable.

Lo metes en una quesadilla o en una torta a la plancha y se derrite magníficamente, pero sin soltar las cantidades salvajes de grasa que uno se encuentra –para nada es queja– en ciertos sándwiches y hamburguesas en Estados Unidos. De su lugar en la gloriosa tlayuda no hace falta, por Dios, decir ni media palabra. Por si fuera poco, es barato, siempre que no se te ocurra irlo a comprar a un establecimiento hípster de la Roma o la Condesa, donde le escalan el precio, por aquello de que es producto del “trabajo con la comunidad”, al punto de hacer recomendable gastarte el dinero en jamón ibérico o caviar.

Así pues, pongámonos todos de pie y aplaudamos sin regateos que le hayan dado un quinto lugar entre los mejores quesos del mundo, según nos enteramos hace un par de días, y miren que la lista nos obliga a pasar unas cuantas cosas por alto. De entrada, como es evidente, es una lista que o cabildearon o directamente elaboraron los queseros italianos. Véanla: de entre los primeros diez, ocho provienen de aquel país.

La verdad, se pasaron un poco de lanzas. O un mucho. Su servidor es tan aficionado a los quesos italianos como el que más, pero la lista es tan forzada que metieron a cuatro primos cercanos y cuando digo cercanos me refiero a una cercanía con sospechas de endogamia.

Ya sé que el parmigiano es único, lo digo sin ironías, y que el grana padano y el pecorino, que según descubrimos viene en varios formatos, no son lo mismo, pero, queridos italianos: sí se parecen. En fin, que podrían haberle hecho un lugarcito a algún producto francés –algo entienden los franceses de esto, creo– o, si tenían ganas de joder a los franceses por aquello que decía un entrenador argentino de que al enemigo ni agua, tener un gesto cosmopolita con, digamos, los ingleses.

Así y todo, es un orgullo nacional que el Oaxaca nos represente, como única excepción en la lista junto con una aportación portuguesa. Ojalá que el presidente de la República, que de tantas cosas entiende, le dedique un rato de La mañanera a un logro tan relevante.

Dicho lo anterior, una petición fraterna a las hermanas y los hermanos oaxaqueños: déjennos decirle “queso Oaxaca”. Estamos festejando con ustedes, compatriotas. No nos pongamos susceptibles.

 

     @julipatan09