Provocado por la actividad humana, el cambio climático incrementó la intensidad y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, como en el caso de la isla italiana Sicilia, donde se declaró estado de emergencia a causa de una sequía que destruyó cultivos, secó los pastos y obligó a restricciones en el suministro de agua.
Según autoridades de Medio Ambiente italianas, los incendios devastaron más de 51 mil hectáreas en Sicilia el año pasado y se tiene registro de varios este año.
A menudo, los incendios son desencadenados deliberadamente por pirómanos, miembros del crimen organizado y especuladores inmobiliarios.
Desde huertas de naranjos y almendros hasta olivares y viñedos, los agricultores sicilianos padecen las cosechas perdidas o de mala calidad tras meses de baja pluviometría y temperaturas récord el verano anterior.
Sicilia ha destruido el 95% de sus zonas húmedas en los últimos 150 años, al secarlas para convertirlas en zonas urbanas o tierras agrícolas, pese a su papel clave en la prevención de la sequía.