Solo los perezosos piensan que la vida debería ser fácil

Robert Kiyosaki

 

Junto con la ansiedad, la pereza se ha vuelto otro de los grandes males de las sociedades tecnologizadas. El hecho de que la vida se nos facilite tanto como en la actualidad, hace que veamos una dificultad en todo aquello que antes era común, desde mantener una conversación telefónica a la antigua, esforzarnos en expresar lo que hoy decimos solamente con una carita en el celular, hasta ir a meterse a una biblioteca durante horas, para acceder a la información que hoy conseguimos en 15 minutos o menos.

Para quienes se asimilaron a los avances tecnológicos, pero llegaron a usar máquinas de escribir mecánicas, la vida se trastocó completamente. Aquel pasado parece haber quedado en el paleolítico. Imagínese, ya no hay que sacar la hoja del rodillo, arrugarla y tirarla o tachar todo un párrafo. De eso a unos cuantos clics hay un avance estratosférico.

Comunicarse, ver televisión, informarse, viajar, hacer el súper, buscar un taxi, entre otras cosas cotidianas, son completamente diferentes. El solo pensar en tomarse todos los trabajos de antes, nos da una pereza increíble, porque en nuestra mente ya representa un problema.

Y hablemos del esfuerzo intelectual y emocional que tenemos que realizar para profundizar nuestras relaciones, que puede ser verdaderamente desgastante. Es más fácil la protectora unilateralidad de la tecnología, en la que me puedo expresar más abiertamente, sin ver si la persona a la que me dirijo la aprueba o desaprueba, y por tanto, sin tener que experimentar las emociones que eso me causa, porque no las puedo controlar ni autodominarme. Un whats, largo o escueto, en el que expreso irreflexivamente todo lo que siento, aderezado con montones de emojis, stickers y/o GIFs, será lo más cómodo, por impersonal, idóneo para, por ejemplo, decir te odio o te quiero, dos frases que tenemos mucho miedo de pronunciar en persona.

Debido al uso indiscriminado que le damos a la tecnología, estamos ahorrando esfuerzos físicos, intelectuales y emocionales en perjuicio de nuestra maquinaria biológica de pensar y sentir. Suena fuerte, pero nos volvemos cada día más tontos para experimentar la vida, porque nuestro mundo emocional se ha limitado a unos cuantos emojis y muchas veces ni siquiera sabemos cómo nos sentimos. Aún peor, estamos convirtiendo la supercomputadora que es nuestra mente en una calculadora atrofiada que solo suma 2 más 2.

El autor de nuestro epígrafe, Robert Kilosaki, destacado empresario asiático estadounidense, autor de diversos libros motivacionales en materia de éxito financiero, ha dicho, entre otras cosas muy inteligentes, que “demasiada gente es demasiado perezosa para pensar. En lugar de aprender algo nuevo, piensan el mismo pensamiento día tras día”. Éste no es el esperado consejo para alcanzar el estatus económico al que aspiramos, pero es definitivamente el principal obstáculo.

En resumen, la forma en que utilizamos la tecnología –que no ésta por sí misma– nos ha vuelto perezosos, porque la pereza no es solo desgano, es parálisis ante cualquier dificultad que se nos presenta, por miedo o por simple problematización de lo que implicaría enfocarnos en las soluciones. Por eso nos quedamos atorados en los problemas.

El fatalismo, el derrotismo, la negligencia, no pocas veces el escepticismo, el conformismo, el tedio y otras actitudes similares son pereza de la peor clase: mental, que engloba intelectual y emocional. No queremos pensar más allá de cuánto es 2 más 2 y muchos menos ser conmovidos, es decir, perturbados emocionalmente; entonces dejamos de vivir y comenzamos a simplemente a transcurrir.  Es muy probable que adquiramos una de esas fachadas de calma y ecuanimidad que son tan apreciadas convencionalmente, cuando en realidad estamos abatidos, aburridos, carentes de emociones y sentimientos.

Pero he aquí el tesoro que guarda la pereza: si tomamos conciencia de que en realidad estamos aburridos, porque hemos dejado de sorprendernos y de experimentar cosas nuevas, se convierte en la más prolífica fuente de creatividad.

 

      @F_DeLasFuentes

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