Con el nuevo amanecer resurge también la esperanza de reunirse, por fin, con su ser querido… o con sus seres queridos. En ese momento, los golpeteos de sus pasos se confunden con los del corazón.
Las buscadoras emprenden el viaje en una vieja camioneta, a veces con medio tanque de gasolina que pudo llenarse con recursos propios, no las acompaña nadie, van a lo desconocido, quizá hacia ese terreno abandonado donde podrían estar los restos de sus desaparecidos.
La jornada arranca desde muy temprano, en ocasiones alertada por una llamada anónima o una denuncia sin remitente, aquí es donde está el primer riesgo, no saben si será una trampa pero la idea de localizar a sus hijos, esposos, hermanos primos, sobrinos, tíos… las mantiene firmes.
“Son jornadas largas, de ir reconociendo el terreno, de saber a donde le movieron y donde no, si la tierra está fresca y al encontrar algo, nos volvemos un poco expertas de todo. Primero para saber si los restos son humanos y después resguardar el sitio hasta que llegue la autoridad que nos auxilie”, afirma en entrevista con este medio Delia Quiroa, del Colectivo 10 de marzo, en Tamaulipas.
Aguerridas, a veces bajo el acecho del crimen que no quiere que identifiquen sus zonas de operación y otras ocasiones con el acoso de la autoridad que busca que abandonen sus tareas de revisión del terreno. Siempre con el dolor de encontrar, o no encontrar los restos de sus desaparecidos.
“Una vez estaba en un operativo a una casa de seguridad, se decía que ahí podía estar mi hermano, los policías bajaron para la revisión del inmueble y una oficial se me acercó, me dio un arma y me dijo, la usas si es necesario antes de que nos agarren, porque si caemos en manos de ellos, no te imaginas todo lo que nos van a hacer”, recordó.
AHORA HAY UNA NUEVA BATALLA
Aunado al dolor que existe ante la ausencia de un ser querido, ahora los familiares de desaparecidos deben enfrentarse a que los casos no queden en el olvido.
Lo anterior, luego de que el Gobierno federal reveló que la cifra de personas ausentes es inferior a la reportada, por lo que hay un temor latente de que los nombres de los no localizados sean borrados de la lista y se dé carpetazo a las investigaciones.
Por ello, un grupo de integrantes de diversas agrupaciones de buscadoras interpusieron un amparo colectivo del que ya obtuvieron la suspensión definitiva contra la modificación de registros de personas desaparecidas en México.
Con ello, se impide que no se modifiquen, alteren, sustituyan, destruyan, cancelen, eliminen o supriman los registros contenidos en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas.
“Se protegieron todos los registros y si violan la suspensión serán acreedores a una sanción penal ósea cárcel”, explicó la activista.