La humanidad recuperó su nivel anterior a la pandemia, pero el récord previsto para 2023 oculta una brecha cada vez mayor entre países ricos y pobres en un mundo tan frágil como un “castillo de naipes”, advirtió ayer el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en un informe.
En 2020 y 2021, por primera vez desde su creación hace más de 30 años, el Índice de Desarrollo Humano, que tiene en cuenta la esperanza de vida, la educación y el nivel de vida, cayó dos años seguidos, a niveles de un lustro atrás debido a una superposición de crisis sin precedentes, entre ellas el Covid-19. Desde entonces, hemos asistido a un repunte”, según los datos.
Las estimaciones para 2023 prevén un máximo histórico del índice a nivel mundial, con todos sus componentes “de nuevo por encima de los niveles anteriores a 2019”. Aunque el Covid y el impacto de la guerra en Ucrania frenan la trayectoria que se esperaba antes, lo que parecen buenas noticias esconden una brecha inesperada entre países ricos y pobres.
A la cabeza de la lista del índice de desarrollo humano siguen estando Suiza, Noruega e Islandia. Al igual que ellos, todos los demás países de la OCDE deberían volver en 2023 a sus niveles de desarrollo de 2019.
Al final de la lista se encuentran Somalia, Sudán del Sur y la República Centroafricana. Más de la mitad de los países menos desarrollados no se han recuperado del impacto de la pandemia, la mayoría de ellos en África.
También hay “un grupo extremo” de países como Sudán, Afganistán y Birmania, quienes se encuentran en una situación en la que la recuperación no está en la agenda.