Organizaciones civiles alertaron que más de 13 miles niños y adolescentes de Pantehló, en Chiapas, corren peligro de morir entre enfrentamientos o de ser desplazados forzadamente por la incursión de grupos criminales en su municipio.
Las redes por los Derechos de la Infancia en México (Redim) y por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas (Redias) exigieron a las autoridades de los tres niveles de Gobierno medidas urgentes para frenar la violencia armada y protejan la vida e integridad de los menores que habitan en el estado.
Esto, luego de que el pasado 11 de marzo, hombres armados atacaron la comunidad La Piedad, en Pantelhó, donde asesinaron a dos infantes, uno de diez años y el otro de 17, cuando dispararon hacia la casa en donde se encontraban.
Redim señaló que en este territorio hay alrededor de 13 mil niños y adolescentes que corren el riesgo de ser desplazados forzadamente, heridos de bala o de que pierdan la vida por los constantes enfrentamientos.
El organismo civil detalló que la tensión entre criminales que se disputan el control de esta zona se ha incrementado en este año, como dan cuenta los boletines que emite la Fiscalía General del estado.
“Desde octubre de 2023, elementos del Ejército mexicano, de la Guardia Nacional y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana estatal mantienen un operativo permanente en carreteras y en el interior del municipio, con el objetivo de garantizar la seguridad”, señaló la organización civil.
Sin embargo, a pesar de los patrullajes, desde enero de 2024 se han registrado balaceras, detonaciones de armas de fuego, enfrentamientos y emboscadas en Pantelhó y Chenalhó.
En la región de los Altos de Chiapas se ha incrementado la inseguridad y presencia de grupos del crimen organizado ante la omisión del Estado, denuncia la Redim.
CIFRAS ROJAS
Bajo este contexto, la directora de la Red, Tania Ramírez Hernández, dijo a este medio recientemente, que la infancia continúa en la mira del crimen, pues al menos cinco menores son ultimados diariamente, la pérdida de vidas humanas por razones de inseguridad, socialmente representa un trauma que no se asimila ni lo atienden.
“No sólo tenían una familia, tenían un proyecto de vida que ya no fue(…) no estamos observando el impacto en las comunidades escolares o de amigos, tampoco el profundo dolor o el trauma social(…) ese impacto lo saben y viven las familias, pero no es algo que México haya hecho suyo, no se ha hecho cargo de sus niños y niñas asesinadas”, declaró.