¿De quién realmente es el mérito? Cuestiono, ya que estamos a poco más de siete meses para que concluya esta administración morenista y mucho se ha dicho, cierto o falso, y hasta nos han dado “otros datos”; sin embargo, es un hecho que, desde el primer mes, este Gobierno lo tenía claro, hacer de los apoyos económicos una maquinaria de programas sociales.
Sin duda, un ambicioso plan que involucra billones de pesos dedicados a dar “ayuda económica” a los considerados por el sistema como población vulnerable y que incluye niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores. Para algunos críticos es una estrategia populista, para otros, fue la manera de echarle la mano a varios segmentos de la población y posicionar al joven partido en el poder.
Hablamos de miles de millones de pesos, para darnos una idea, uno de los programas más grandes y populares es la Pensión Universal para Personas Adultos Mayores, donde la inversión supera 1.4 billones de pesos a lo largo del sexenio. Es una gran cantidad de recursos que el Gobierno reparte como si fueran suyos.
Son cuatro los programas sociales que apuntalan a esta administración. Sembrando Vida, pensado en las comunidades campesinas: cada beneficiario recibe 6 mil 250 pesos mensuales, para este año se repartirán 38 mil millones de pesos; mientras que la Beca para el Bienestar “Benito Juárez” da 920 pesos mensuales a los estudiantes de nivel básico, medio superior y superior de escuelas públicas, y finalmente Jóvenes Construyendo el Futuro con un presupuesto de 103 mil millones de pesos en lo que va de la administración con un universo de 2 millones 700 mil beneficiados.
En términos reales, dinero por todos lados y para todos. Se cree y se piensa que son recursos del Gobierno; sin embargo, éste no es un generador de dinero, sólo es un administrador, los gobiernos no tienen la capacidad, ni los mecanismos para generar riqueza, únicamente la administran y, en este caso, la reparten, por lo que además de inexacto, es injusto darles el mérito.
Al Gobierno no se le deben agradecer los apoyos económicos, de hecho, ellos únicamente cumplen con su trabajo, el de administrar, por lo que cobran un salario. En el caso de los apoyos sociales su labor es pasar los miles de pesos de una mano a otra. La verdadera cara de esos apoyos es la del México trabajador, es la de cada ciudadano que se levanta temprano a laborar, que se ocupa para generar un ingreso, que a veces no duerme; es la clase productiva que trabaja muy duro para que, al final, gran parte de su salario, entre 30 por ciento y 40 por ciento vaya al pago de impuestos y de ahí se reparta entre becas, apoyos y demás programas sociales.
Seamos justos. A los trabajadores, al sector obrero, empresarios, emprendedores, a todos los que pagan impuestos son a los que se les debe dar las gracias por esos miles de millones de pesos que llegan a cada beneficiado y no a un partido, a un Gobierno o a un personaje. A diario millones de mexicanos trabajan para que cada adulto mayor, cada estudiante, joven, mujer o cada niño pueda recibir mensualmente un recurso que gastan como mejor les viene.
Es momento de enderezar la balanza y que la justicia llegue a los trabajadores y se paguen menos impuestos. Cada beneficio otorgado al trabajador, llámese vacaciones, aguinaldo o incremento salarial parece castigo, ya que se traduce en más impuestos a pagar. No es un beneficio real.
Abramos bien los ojos y veamos el panorama completo.