Un centenar de migrantes ecuatorianos secuestrados; al menos 66 personas secuestradas en Sinaloa, incluyendo mujeres y niños; mujeres policías golpeadas y abusadas en un penal de Campeche; otras agentes decapitadas en Michoacán, pero en México no pasa nada.

 

La realidad de este país supera cualquier argumento demagógico de las autoridades; por lo que resulta una burla escuchar desde Palacio Nacional que México está feliz y no tiene miedo.

 

La inseguridad en el país está aumentando y cada vez existe más violencia, solamente la semana pasada las autoridades tuvieron que admitir el secuestro de 95 migrantes ecuatorianos en Chiapas, quienes al tomar el autobús que presuntamente los dirigiría rumbo a Estados Unidos, fueron privados de su libertad y sus familiares recibieron llamadas de los plagiarios para exigirles dinero por su liberación.

 

El jueves en la madrugada secuestraron a seis familias en las comunidades rurales de La Noria, Imala y Sanalona en Sinaloa, entre ellos estaban mujeres y niños; ante estos hechos, el gobernador de esa entidad, Rubén Rocha, dijo que no habría un operativo “extraordinario”; es más, pidió no tener miedo, aunque horas después tuvo que reconocer que mandaría a elementos de fuerzas especiales para localizar a los secuestrados y al escribir esta columna se había liberado a 58 personas.

 

En Campeche, más de 500 policías estatales se encuentran en paro luego de que la secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana de esa entidad, Marcela Muñoz Martínez, enviara sin la protección adecuada a la agrupación “Mujer Valiente” a sofocar un motín en el penal de San Francisco Kobén, por lo que fueron golpeadas y agredidas sexualmente por los reos.

 

Mientras tanto, ante la inseguridad, el Senado analizará la posible desaparición de poderes en Guerrero y Guanajuato, aunque no se cumplan los supuestos.

 

Ante estos hechos no hay discurso que valga para justificar el fracaso de la política de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien decidió claudicar en el combate al crimen organizado, ordenando a las Fuerzas Armadas no repeler las agresiones y con ello cumplir su lema de que la inseguridad se combate con abrazos y no con balazos.

 

No cabe duda de que los grupos de poder se basan en lealtades e intereses, pero hasta qué nivel se puede justificar la ineficacia de un gobierno con tal de proteger los intereses personales.

 

Todo parece indicar que la candidata presidencial del oficialismo, Claudia Sheinbaum, ha decidido claudicar en el combate al crimen organizado. Al respaldar la actual política de seguridad, ha dejado claro que piensa seguir el mismo camino del actual gobierno y mientras sigan dando abrazos, el país seguirá sintiendo los balazos.

 

Y en Pregunta Sin Ofensa:

 

Todo indica que el libro que presentará Jesús Ortega Martínez, en el que acusa al presidente, Andrés Manuel López Obrador, de fraguar una elección de Estado en favor de Claudia Sheinbaum, podría derivar en una denuncia ante la Fiscalía Especializada de Delitos Electorales. Al tiempo.