Con una nueva final a su favor, Estados Unidos extendió su dominio en la Nations League de la Concacaf, al conseguir su tercera corona en el torneo y segunda tras una final ante México, al que superó por marcador de 0-2 en territorio norteamericano.
Después de un inicio en el que ambos cuadros tardaron en entender el ritmo de juego y el estilo táctico que los técnicos previeron, fue Estados Unidos el que mejor supo acomodarse en la cancha del AT&T en Arlington, Texas.
Bastaron quince minutos para que Estados Unidos tomara la posesión del juego y se adueñara de las principales acciones, con un combinado de México que apostó a un parado defensivo con hasta cinco jugadores y poca creatividad en materia ofensiva.
Cuando el encuentro apuntaba a un resultado parcial sin grandes diferencias, Tyler Adams encontró un balón sin dueño por el sector central del campo afuera del área grande tricolor, que lo hizo concretar un remate de media distancia para superar a Guillermo Ochoa y dejar una ventaja al descanso a favor de los estadounidenses.
El gol en contra fue un golpe mental que orilló al conjunto dirigido por Jaime Lozano a buscar un estilo de juego más frontal en la segunda mitad, pero sin una estructura para dominar el partido y concello llevar una dinámica más abierta que benefició a los norteamericanos con un estilo vertical y de contragolpes.
Tras una doble ocasión fallada entre Hirving Lozano y Henry Martin, Estados Unidos amplió la ventaja con Giovanni Reyna al minuto 63, producto de un tibio rechace de la zaga mexicana que dejó el balón sin dueño en área propia para que el mediocampista del Nottingham Forest definiera primer poste sin oportunidad para que Ochoa reaccionara.
Aunque el ingreso de Santiago Giménez le dio mayor verticalidad y jerarquía a la ofensiva de México, el déficit de dos goles fue lapidario para concretar una reacción del representativo tricolor, que incluso tuvo un penal no convalidado por el colegiado, como última acción de peligro que concretó el combinado nacional.
Activado el protocolo por el grito homofóbico en las gradas del estadio que funge como casa de los Dallas Cowboys, el partido concluyó sin mayores sobresaltos, salvo el claro malestar de la afición mexicana. En la rivalidad de la región, México suma ya tres finales consecutivas perdidas ante el vecino del norte.