Después de ver el reality Siempre Reinas queda un mal sabor de boca. Carreras importantes como las de Rosa Gloria Chagoyán, Lucía Méndez, Lorena Herrera, Olivia Collins y Dulce se ven opacadas en medio de tanta vanidad.
Los seis capítulos son para ponerse de acuerdo en grabar una canción, como lo fue la temporada pasada y tan sólo vemos tremendos pleitos por ver quién se siente más que las demás, quién es la más importante, cuál es el mejor vestuario, quién canta mejor y quién peor, se critican entre ellas como si tuvieran 15 años.
Creo que teniendo elementos para mezclar la frivolidad con fuertes confesiones acerca de su vida podrían haber escrito un mejor guión.
Muestran tan sólo unas pinceladas de las penas de cada una, sin aprovechar que estas personalidades pudieron haber contado cosas relevantes.
Olivia Collins pudo detallar por qué abandonó a sus hijas, por qué se siente culpable, qué le hizo el padre de ellas, desde cuándo perdió el oído y muchas cosas más. Eso también funciona en los realities.
Dulce se siente culpable por haber estado lejos de su madre, la depresión que vivió tras terminar con Gonzalo Vega, etc. Lorena podría hablar de sus sacrificios para estar siempre bella, de su exnovios o de su esposo.
Rosa Gloria hubiera platicado cómo ha logrado un matrimonio sólido en medio de las dificultades del ambiente artístico, lo de su salud, pero más profundamente
Lucía sus romances, la rivalidad con otras famosas, por qué la persiguen los escándalos.
Pero tan sólo se limitaron a exhibirlas y a hablar de sus inseguridades; escuchamos mil veces la frase “yo soy la número uno”, “yo me paro en medio”, “yo me visto diferente”, “yo tampoco me voy a dejar” o “yo quiero más luz”.
Chagoyán se mantuvo lejos de estas posturas, Olivia estaba tranquila, hasta que explotó; Lorena no quería pelear, pero no se iba a dejar aplastar y Dulce tuvo fuertes diferencias con Lucía y hasta la amistad terminaron porque la última, queriendo o no, es quien queda como villana, a la que no le parece nada y piensa que es la mejor de todas.
Entiendo que los realities son para generar morbo, pero aquí muestran lo peor del medio artístico y creo que salvo que les hayan pagado una fortuna, no vale la pena que las pongan como unas reinas en decadencia.
La única que se mantuvo alejada de los egos, sin duda, fue Rosa Gloria, que en ningún momento quiso entrarle a la pelea. Lo de la canción lo hubieran dejado para un sólo capítulo, y hubieran metido más contenido.
Si vendes tu dignidad y sacrificas tu carrera es decisión personal, porque digan lo que digan, la imagen de un artista, así como de un político o de deportista, es igual de importante que los personajes que interpretaron o las canciones que hayan colocado.
Tengo un pendiente, ¿habrá una tercera temporada? ¿Alguien más se animará a que destruyan su imagen?
Hay más… pero hasta ahí les cuento.