Hay cosas que no cuadran, o no del todo: las encuestas tan absurdas y disparejas, las casas encuestadoras y los agregadores haciendo lo que les da la gana, las autoridades responsables de las encuestas en el INE volteando para el otro lado, algunos medios de información convertidos en agentes propagandísticos y los reporteros o editorialistas que no se alinean con el régimen son despedidos sin más. Así, nomás.

Cada semana nos quieren imponer “la última encuesta”, dónde los candidatos ungidos desde Palacio siguen triunfando arrolladoramente.  En su obsesión, no piensan perder ni un crucero de policía. 

No ha sido publicada ninguna encuesta verdaderamente nacional, que nos muestre, estado a estado, las enormes diferencias que existen en México,  ¿qué piensan los habitantes de Michoacán de la seguridad para sus familias y su patrimonio? y, ¿qué piensan ante la misma pregunta los habitantes de Yucatán? o ¿cómo están las condiciones laborales en Querétaro y poder comparar la respuesta con Guerrero? 

Así podríamos hacer muchas preguntas relacionadas con la salud, la calidad de los servicios públicos, la corrupción etcétera; veríamos que hay 32 realidades en México, pero si nos atenemos a los resultados publicados por las casas encuestadoras -unas favoritas del régimen, otras incapaces absolutas- o a los promedios ponderados de los agregadores de encuestas, resulta que la elección está resuelta; “ese arroz” ya se coció, se batió y se quemó.

AMLO, o simplemente el candidato, como usted guste llamarlo, ha escogido que la polarización social no es suficiente, ha elegido muy bien los estados y territorios dónde aplicar, según convenga, su humanista filosofía de “abrazos, no balazos”. 

Los estados del centro y del norte del país están sometidos al asedio implacable del crimen organizado con la total ausencia de las fuerzas de seguridad del Estado Mexicano y si, además, están gobernados por la oposición la situación está en límites insoportables.

 

Esto no significa que los estados del sur gobernados por Morena estén en paz ni mucho menos, allí lo que predomina es la ineptitud, la indiferencia, la corrupción y la colaboración plena de los gobernantes con los cárteles criminales.

La batalla electoral vendrá del norte, allí se concentra el diferenciador de la próxima elección de 2024. México hoy se divide geopolíticamente en dos regiones claramente diferenciadas: los estados que van desde Querétaro hacia “arriba”; el México industrializado, más desarrollado, agroexportador, y con los mejores niveles de educación. El México del norte. El México conservador.

El México del sur, el del pueblo bueno, va de la Ciudad de México “hacia abajo”; son los estados más pobres, subdesarrollados, con enormes carencias e injusticias ancestrales, que hoy viven a bases de becas de todo tipo y forma, el auténtico territorio 4T. 

Hay excepciones brutales como Zacatecas en el norte o estados prósperos como Yucatán en el sur. Pero el voto que puede definir a la próxima Presidenta vendrá del norte; allí el voto femenino, el voto joven con las mayores tasas de abstención del país, va a decidir, para bien o para mal la diferencia en la elección de 2024. Y no sólo la presidencial.

La Revolución mexicana se inició en el norte del país, sus principales ideólogos y militares vinieron del norte: de Sonora, de Sinaloa, de Coahuila, de Querétaro, de Aguascalientes, etcétera. Hoy, en el norte de México se va a definir, de nuevo, nuestro futuro.  Por el bien del México del sur, que sin duda merece un futuro mucho mejor, ojalá que gane el norte.