Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana)
¿Alguna vez recolectaron huevitos de Pascua el pasado Domingo? En realidad, se trata de una tradición más europea que mexicana. Es poco habitual que aquí en México se escondan huevos de Pascua en jardines para que los niños salgan a recolectarlos. Sin embargo, cada vez se venden más en chocolaterías y pastelerías.
¿Cuál es el simbolismo detrás de estos huevitos? Desde la antigüedad, el huevo se ha relacionado con el renacimiento, la resurrección. Piensen en la leyenda egipcia del ave fénix. Cuando el ave envejece, se acurruca en su nido encima de una palmera y renace en el mismo huevo en el que nació. Por ello, para los primeros cristianos el ave fénix era un símbolo del Cristo resucitado.
El conejo también posee su propio simbolismo. Éste es simple: al ser un animal que llega a tener muchas crías y se le asocia con la fertilidad. El conejo de Pascua es, al parecer, una reminiscencia pagana en el mundo cristiano.
No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzó la tradición de decorar huevos y luego recolectarlos durante la Pascua. Según la historiadora Régine Pernoud, esta tradición nació porque los católicos medievales tenían prohibido comer carne, lácteos y huevos el viernes santo en recuerdo de la crucifixión de Cristo. El viernes sólo se podía comer fruta, verduras y pescados. Los huevos que las gallinas ponían el Viernes Santo, sólo podían comerse cuando finalizaba el luto por la muerte de Jesús.
Régine plantea que, durante ese tiempo de espera, la gente empezó a decorar sus huevos y a llevarlos a la iglesia para bendecirlos. Es la hipótesis más plausible, pues incluso hoy en día, hay lugares en Europa donde la gente acostumbra a bendecir canastas de huevos el Sábado Santo, para comérselos al día siguiente, durante el Domingo de Resurrección.
Los huevos de Pascua suelen pintarse por fuera y en su interior se guarda un pequeño regalo. En un principio se hacían con cascarones normales, pero a partir del siglo XIX comenzaron a elaborarse con chocolate.
En la corte del Imperio Ruso se regalaban huevos de Pascua. La Iglesia Ortodoxa celebra con gran intensidad esta fiesta y claro, los zares hacían lo propio. En la Pascua de 1885, el Zar Alejandro III le encargó al joyero Pedro Carlos Fabergé elaborar un huevito especial para su esposa, la zarina María Fiódorovna Románova.
Fabergé le entregó un huevito aparentemente normal, liso por fuera, pero en su interior contenía una yema de oro, y dentro de la yema dorada, una figurita de gallina y una de la corona rusa. A la zarina y a toda la corte le encantó el “regalito”, por lo que durante los siguientes años siguieron regalando estos huevos cada vez más cargados de joyas y diamantes.
Con la Revolución bolchevique y la ejecución de la familia imperial, los huevitos Fabergé dejaron de hacerse. En total se fabricaron cincuenta piezas. Stalin vendió catorce para conseguir dinero para la URSS. Hasta la fecha, siete de los huevos Fabergé de los zares siguen perdidos. ¿Ustedes tendrán uno de ellos?
Sapere aude!
@hzagal