Hector-Zagal
 

Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana)

El 16 de abril se celebra el Día Mundial de la Voz. El propósito de esta fecha es simple: evidenciar la importancia que la voz tiene para comunicar sentires, pensamientos y necesidades. A la par, surge como un día para prevenir aquellas acciones que puedan dañar nuestra voz.

Los grandes imperios no se edificaron sólo con la fuerza. En buena medida, sus logros se realizaron gracias a líderes que, entre muchas otras cualidades, eran grandes oradores. En efecto, nuestra voz es poderosa.

No hace falta decir que la convicción es aquello que reúne ejércitos. Por eso para los políticos, una buena oratoria es fundamental. Aristóteles consideraba que la voz, al igual que el tono y la intención, era indispensable si se quería transmitir de la mejor manera un mensaje político.

Personajes como Cicerón, Pericles e incluso otros más contemporáneos como Martin Luther King, dejaron una huella histórica por su oratoria. Pero hoy quiero hablarles del que es considerado por muchos como el gran orador de la historia: Demóstenes.

Demóstenes fue un ateniense que venía de una familia mercantil muy bien acomodada. A los siete años quedó huérfano y sus tíos se hicieron cargo de él. Sin embargo, éstos se aprovecharon de la situación y malgastaron la herencia del chico. Por años fue así, pues el joven ateniense no encontraba formas de defenderse.

Demóstenes era tímido, incapaz de pronunciar una defensa en contra de sus tutores. Algunos incluso señalan que era tartamudo. Aun así, con los años, fue trabajando en su retórica. Se cuenta que se metía piedras en la boca y así recitaba discursos para mejorar su dicción.

Cuando cumplió dieciocho años, denunció por fin a sus tíos. Fue un hecho sobresaliente pues él mismo recitó los discursos que le dieron la razón en el juzgado. Desde entonces, se volvió uno de los grandes oradores de la asamblea ateniense y el principal opositor de Filipo II, rey de Macedonia.

El poder de Macedonia era una amenaza para Grecia, sobre todo para su régimen democrático. Aunque algunos políticos como Filócrates intentaban negociar una paz con Filipo, Demóstenes advirtió desde muy temprano que no había otra opción más que la guerra.

Son célebres cuatro discursos que Demóstenes dio en contra del rey de Macedonia, que hoy se conocen como Filípicas. Por desgracia para los atenienses, le hicieron caso muy tarde y Filipo terminó conquistándolos.

Hay una anécdota que es más legendaria que real, pero que se las cuento porque no deja de ser simpática.

Se cuenta que Demóstenes entrenó tanto bien oratoria que nunca más volvió a tartamudear, salvo en una ocasión. En ésta, Demóstenes se presentó frente al sucesor de Filipo II, Alejandro Magno, de quien también era crítico. La leyenda cuenta que fue tal la presencia de Alejandro que Demóstenes tartamudeó y no pudo entonar palabra alguna.

¿Ustedes qué piensan? ¿Creen que el macedonio de verdad haya podido contra el temple del gran orador?

Los leo en X.

@hzagal

Sapere aude!

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana