De los más grandes anhelos, llegar a ser protagonista de una serie de televisión en la que le pudiera mostrar al mundo sus creaciones, esas “modificaciones” que durante años realizó en su taller ubicado en Guadalajara, Jalisco.
Con el paso del tiempo, Martín y su taller saltaron a la fama gracias a la producción de Discovery, Mexicánicos, que puede verse en MAX, a través de Roku.
Es por ello que él fue una de las figuras que brillaron en la primera edición de la CCXP México; en uno de los estantes más grandes de la convención ahí estaba él. Entre luces neón y una larga fila de fans.
Todos tenían en sus manos un póster y cada cual su teléfono listo para fotografiar el momento en que, por fin, pudieran saludar y abrazar a Martín Vaca, actualmente estudiante para pilotar aviones.
Es el mismo que aparece en la televisión. “No creen que sea él”, me dice una mujer que sostiene una cantidad soberbia de afiches con la foto de Martín. “Creen que es un doble o qué sé yo”.
Pregunto, curioso, cuánto tiempo lleva ahí, regalando su firma y tomándose fotos. No recuerdan con exactitud, pero calculan que es un par de horas. Llegó el momento y Martín se sienta a mi lado para platicar.
“Muy contento de estar allá afuera con la gente”, me contesta cuando le pregunto cómo ha sido estar allá de pie durante varias horas dando autógrafos y tomándose fotos. Se le ve en su rostro.
Confiesa que él soñó con un programa de televisión, sobre todo luego de que lo que veía que hacían en Estados Unidos “se le hacía chiquito”, es decir, que se podía hacer mejor, porque en Guadalajara se fabrican las piezas completas, todo lo necesario para su trabajo.
En sus palabras, y acciones, hay ambición. Así lo percibo y lo hago notar recordando a su histórico “Limoavión”, una limusina en forma de aeronave, construida en 2008.
“Yo quisiera pensar que sí”, responde, cuando le digo que pienso que ese vehículo le cambió la vida. “Fue el que nos ayudó mucho a que mucha gente volteara a vernos allá a Guadalajara”.
En el ámbito personal, curiosamente muy pegado a su oficio, dice que sigue teniendo problemas en el taller, aquel que todos pueden ir a ver en los programas que se transmiten en televisión. “Eso me sirve para saber que así como uno sube, uno puede bajar inmediatamente. Mantenerse es lo difícil”, espeta.
Dice que siempre hay que echar mano de los colaboradores, pues sería imposible hacerlo solo. Tras recordar un par de muy malos tragos, el Covid y un accidente severo, hizo saber que logró salir avante “con muchas ganas, ganas de seguir caminando y de seguir construyendo cosas raras”.
Las ganas son el motor de su propia carrocería. Martín Vaca no concibe su vida haciendo otras cosas. Actualmente, incluso, se encuentra estudiando para volar en ultraligero, porque también es una pasión que trae consigo desde que era niño. Misma que, cree, es la que le permite mantenerse a flote para seguir haciendo lo que tanto quiere.