¿Qué objetivo podría tener prometer en este momento una baja en las tasas de interés desde la cabeza misma del Banco de México?

Como oferta electoral a 20 días de las elecciones suena atractivo adelantar que el costo del dinero podría pronto dejar de ser un obstáculo para muchas actividades económicas.

O bien, podría ser un mensaje para influir en una corrección más ordenada de la apreciación del peso que ya se ha convertido en una bomba de tiempo, por la acumulación de contratos en los mercados que apuestan a su depreciación.

Sea como sea, hay una contradicción entre ese mensaje de la gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja, y el consenso de la Junta de Gobierno del propio banco, que apenas el viernes mandó un mensaje en otro sentido.

Si le quitamos todas las palabras garigoleadas que usan los tecnócratas del banco, la gobernadora Victoria Rodríguez Ceja quiere, en lo personal, ver que inicien las bajas de la tasa de interés de referencia, actualmente en el 11%, pero el comunicado de la Junta de Gobierno del propio banco central pide calma y recordar que su mandato prioritario es combatir la inflación.

Si se genera la expectativa de que tan pronto como la siguiente reunión de decisión de política monetaria del 27 de junio van a bajar las tasas de interés, el mercado actuará en consecuencia.

De lo que se trata es que los mercados vivan la decisión recién asumida de no mover la tasa, que le crean a Banxico que se mantendrá intransigente con la alta inflación y que tendrán que esperar estos casi 40 días antes de la siguiente reunión de política monetaria para saber cuál será el camino por seguir.

Rodríguez Ceja puede quedar muy bien con el presidente López Obrador y con la Secretaría de Hacienda al adelantar que ya vienen las bajas en las tasas.

Pero no ayuda que los mercados tengan con tanta anticipación la idea de una baja en las tasas y más cuando las presiones inflacionarias persistentes no hacen tan obvia esa decisión.

Cuando la política monetaria es expansiva pueden ayudar esos mensajes que anticipen menores costos del dinero, porque anima a los agentes económicos a tomar decisiones de gasto.

Pero cuando la política monetaria se mantiene restrictiva lo que ayuda es reforzar el mensaje de intransigencia con los altos índices inflacionarios y obligar a reconsiderar aumentos en los precios.

Y más cuando una de las mayores presiones viene del sector servicios que no está ligado con las condiciones de temporalidad que sí tienen, por ejemplo, las frutas y las verduras.

Es un hecho que el nivel de tasas de interés pudo haber sido menor a ese techo histórico del 11.25% si tan solo el mensaje de la autoridad monetaria hubiera sido más asertivo.

Es un hecho, también, que el dinero tan caro en México ha implicado lastres para el crecimiento económico y ha provocado distorsiones en el mercado cambiario, pero regresar desde estos niveles requiere de mucha pericia del banco central para que su medicina no cause un daño mayor a la enfermedad inflacionaria.

 

      @campossuarez