Cada 17 de mayo se celebra, en Noruega y en muchas partes del globo, el Día de la Constitución del país nórdico. Aunque la Constitución fue firmada el 17 de mayo de 1814 luego de que fuera aprobada por unanimidad un día anterior en la asamblea Eidsvoll, fue hasta 1833 que, formalmente, empezó a celebrarse, a raíz de que el icónico poeta Henrik Wegerland hablará de ello en un discurso público como el orador hipnótico que era.
Para honrar y conmemorar este día de festejos en Noruega desde este lado del globo, Henrik Ibsen será nuestra pieza clave. Específicamente su Un enemigo del pueblo, esa obra de teatro publicada en el lejanísimo 1882 y que se estrenó el 13 de enero de 1883 bajo la dirección de Johannes Brun. Décadas más tarde, en 1950, Arthur Miller hizo una adaptación de la misma y se estrenó a finales de diciembre del mismo año, en el Broadhurst Theatre.
En México, David Gaitán dirigió una versión del texto de Henrik Ibsen presentada por la Compañía de Teatro. Aquella primera será sucedida, sin ningún ánimo de pugna, por El enemigo del pueblo, dirigida por Omar Olvera, quien ya tiene en su haber producciones como Para la Libertad: México 68, La Nena y La importancia de llamarse Ernesto. Esta vez, con una adaptación de la escrita por Ibsen al México de 1994, ese año del famoso “Efecto Tequila”.
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Fue el pasado 9 de mayo que la Embajada de Noruega —además de fungir como colaboradora directa y de acompañar por primera vez una producción basada en un autor noruego desde su gestación—, sirvió de recinto para la presentación del elenco de la obra, así como una lectura luminosa de un fragmento del guión.
Entre los blancos estoicos de las paredes, el dramaturgo Omar Olvera tomó el micrófono para, antes que nada, presentar al equipo que se halla detrás del telón y el escenario. Entre los productores, dijo, se encuentran Diego Carega Medina, Abraham Vélez Godoy, Erick Saúl Elizondo; en la producción general, Producción Escénica S.E. y la Compañía de Teatro de las Artes. Además, claro, de la colaboración de la Embajada de Noruega.
Más allá de los nombres, fue un repaso de las colaboraciones, cómo se congregaron unos a otros con este proyecto, cuál fue el camino que hubo que seguir para llegar hasta ese día. Fue un preámbulo valioso previo al desfile de estrellas que se vino luego con la presentación del elenco, asimismo presentado por el director de la obra. En ese registro lleno de aplausos y gritos, aparecieron los nombres del maestro Raúl Bretón, Jorge Escandón, Gabriela Orsen, Américo del Río, Lucía Huacuja, Emmanuel Morales y las dos estrellas de esa tarde soleada, Sergio Bonilla y Anabel Ferreira.
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La embajadora de Noruega en México, Ranghild Imeslund, destacó que estos autores (como Henrik Ibsen) tienen cosas aún por decirnos en este presente, asimismo recalcó la relevancia de adaptar una obra tan portentosa a un año tan particular de la historia mexicana.
Omar, por su parte, recordó a Guillermo del Toro con una de sus frases esenciales en las que dice que los proyectos están destinados a no hacerse, y también recordó algunas palabras de un colega, quien le hizo saber que aquellos que hacen teatro están locos. No niega ni confirma, pero su apuesta es clara, porque lo suyo es, evidentemente, el teatro. El deseo de adaptar la obra siempre estuvo claro, destacó el director. Y aprovechó para recordar algunas de las intermitencias en este arduo y largo camino que es levantar un proyecto de estas magnitudes.
La lectura, vale decirlo, fue una experiencia inigualable. Sobre todo porque el fragmento elegido incitó a desear más, a descubrir todo de una buena vez. Sin embargo, eso sólo será posible a partir del 22 de julio, durante ocho lunes en punto de las 20:30 horas, en el Foro Shakespeare.