El ánimo de circo romano que prefiguró las expectativas del tercer debate entre los candidatos presidenciales no puso atención en uno de los temas fundamentales del cruce de opiniones: la seguridad…, aunque debiera ser, más bien, la inseguridad.

La candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo perdió la oportunidad de hacer un corte de caja de la herencia que recibirá del gobierno del presidente López Obrador y de plantear una nueva estrategia sexenal frente a la contundencia de la percepción de inseguridad de la sociedad y sobre todo de las cifras de violencia criminal.

Y los opositores Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez también dejaron escapar el momento político clave para hacer un diagnóstico crítico de la actual situación de inseguridad y para definir con precisión las nuevas estrategias propuestas.

El desencanto fue previsible y se puede resumir en el análisis que escribió el exministro José Ramón Cossío Díaz en el periódico El País el martes 21 y sirva sólo un par de líneas para reflejar el desencanto del sector social crítico que insiste en la urgencia de una nueva estrategia de seguridad: “Los candidatos mostraron en el debate una pavorosa falta de claridad y de ideas sobre lo que ellos mismos aceptaron que es nuestro mayor problema”.

El tema central del debate no era lanzar dardos verbales ya ineficaces por su insistencia contra la estrategia gubernamental, sino haber tenido la oportunidad para presentar un diagnóstico del momento en que nos encontramos y anunciar los instrumentos y propuestas para atender la crisis de seguridad.

Lo que quedó del tercer debate en materia de seguridad no despejó la creciente preocupación social de lo que se pudo ver en esa confrontación: los tres candidatos presidenciales no entienden la crisis de seguridad y por lo tanto no saben qué ofertar para resolver la violencia delictiva en las calles de la República.

Así que vienen otros seis años de inseguridad violenta.

 

Zona Zero

  • No se tiene claridad respecto a si la oposición está exacerbando los estados de ánimo electoral con advertencias de que pudiera no haber el ambiente propicio el 2 de junio para votar en algunos estados de la República por razones de inseguridad, pero queda la sensación de que la estridencia opositora pudiera estar desalentando a los electores su asistencia a las urnas, un hecho que de modo natural afecta a la oposición. La única manera de desalentar a la criminalidad es sacando a la sociedad a votar.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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