OBJECIONES. Las críticas al homenaje al presidente Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente de helicóptero, demuestran una clara división entre las posturas de diferentes miembros de Naciones Unidas respecto al régimen de Irán y sus políticas internas.
Foto: Especial | OBJECIONES. Las críticas al homenaje al presidente Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente de helicóptero, demuestran una clara división entre las posturas de diferentes miembros de Naciones Unidas respecto al régimen de Irán y sus políticas internas.  

La ONU rindió el jueves un “homenaje” oficial y cuestionado al presidente iraní Ebrahim Raisi, fallecido en un accidente de helicóptero, durante una sesión de la Asamblea General boicoteada en particular por Estados Unidos.

Tras un minuto de silencio por parte de la Asamblea, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reiteró sus condolencias a los deudos del presidente y las otras víctimas del accidente del 19 de mayo, así como al pueblo de Irán.

Frente a la sede de la ONU, unas decenas de opositores al régimen iraní manifestaron al grito de “Vergüenza para la ONU”.

El embajador israelí, Gilad Erdan, que ya había criticado el minuto de silencio organizado en el Consejo de Seguridad el 20 de mayo, fustigó también este homenaje.

Interrogado por las condolencias públicas presentadas por Guterres tras la muerte del presidente Raisi, su portavoz, Stéphane Dujarric, lo matizó, diciendo que “nunca ha tenido reparos en expresar su profunda preocupación por la situación de los derechos humanos en Irán, en particular de las mujeres”.

“Esto no le impide expresar sus condolencias cuando un jefe de Estado, un miembro de esta organización y un ministro de Asuntos Exteriores con el que se reunía periódicamente (…) mueren en un accidente de helicóptero”.

La Asamblea General orquesta un homenaje para cada jefe de Estado de un país miembro de la ONU que muere mientras está en el poder. Sucedió, por ejemplo, con el presidente de Namibia, Hage Geingob, figura de la independencia de su país, en febrero último, o el líder norcoreano, Kim Jong-Il, en 2011.