Con total desfachatez y sin pudor alguno, el presidente López Obrador cerró con broche de odio su campaña proselitista. A falta de cuatro meses para que concluya su gestión, el tabasqueño dijo desde su paredón mañanero que quiere concluir su sexenio sin actos de represión, sin masacres, sin desaparecidos, sin autoritarismo, con paz y tranquilidad.

Por un momento pensé que se trataba de una de sus “bromitas inocentes” de mal gusto, de esas que le encanta hacer en sus Mañaneras y que sólo le causan gracia a él.  Pero tristemente no fue así. Hablaba en serio, lo cual no me sorprende, ya que durante 2 mil 008 días, el Presidente ha vivido en la total negación y navegando en los mares de los otros datos. Por lo tanto, sus palabras no pueden ser tomadas con la más mínima seriedad.

¿En serio alguien podría creer que en los próximos cuatro meses vamos a poder tener lo que no tuvimos en los 56 meses previos?

No nos engañemos. Este país es, hoy por hoy, el reino de la violencia, la inseguridad, la impunidad y la corrupción. Estas cuatro “amazonas del Apocalipsis”, las cuales siempre cabalgan juntas, recorren a diario, de norte a sur y de este a oeste, todos los rincones de México, y dejan a su paso destrucción, dolor y un fétido olor a muerte.

De acuerdo con la organización Causa en Común, en México se comete un homicidio múltiple o masacre cada 19 horas. Se considera “masacre” al asesinato de tres o más personas en un mismo acto violento. Además, durante el sexenio obradorista han desaparecido más de 50 mil mexicanos y estos son números oficiales apenas dados a conocer el pasado 14 de mayo por el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), una dependencia perteneciente a la Secretaría de Gobernación.

Por lo tanto, bajo esta óptica, ¿cómo deberíamos tomar las palabras presidenciales? Simplemente como una mera broma cruel y de pésimo gusto. A lo largo de su sexenio, López Obrador, desde su conferencia Mañanera, se ha burlado sistemática y permanentemente de miles de personas que han encontrado la muerte bajo trágicas circunstancias: Estudiantes, mujeres, turistas, etcétera.

A todos por igual les ha prodigado su risa sardónica mientras se mofa con su “las masacres… ah, las masacres, je je je”. Esa es su solidaridad, su simpatía y su empatía hacia las víctimas. Seguramente todos ellos son conservadores golpistas que perversamente se dejan matar para perjudicarlo y desprestigiarlo.

Así que, ¿cerrar su sexenio con paz y con tranquilidad? ¡Vamos!, seguramente debe estar bromeando.

 

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