Cómo siempre fue Pedro Sánchez con su falsa solemnidad. Salió como si fuera un modelo altanero y trasnochado. Miraba hacia el horizonte, como perdonando la vida. Fruncía el ceño. Entonces comenzó una declaración institucional en español y en inglés para que todos se enteraran. España reconocía a Palestina como un Estado. Lo mismo acababan de hacer Irlanda y Noruega pero sin tanta estridencia, de manera más discreta.

En sí es importante que la Comunidad Global sepa y reconozca la existencia de un Estado. Sin embargo, hay tiempo para todo.

La situación actual es muy delicada. Ni Israel ni Palestina volverán a ser iguales después del siete de Octubre. Las masacres, primero de Hamás contra los israelíes inocentes, y después del ejército hebreo contra la población inerme de Gaza con el resultado de miles de muertos, hace que no sea el mejor momento para estar reconociendo uno u otro estado.

Es verdad que Palestina ha sido reconocida por muchos países, la mayoría latinoamericanos incluido México. Sin  embargo, casi todos los países de la Unión Europea aún no lo han hecho.

La postura española hubiera sido correcta si hubiera reconocido a Palestina como Estado habiéndolo hecho con el resto de los países europeos y no de manera unilateral como si fuera un llanero solitario. Pero así es Pedro Sánchez. Por cierto, que la jugada le ha salido perfecta. Con una noticia tan importante como el reconocimiento de Palestina nadie en España va a volver a hablar del escándalo de Begoña Gómez, su mujer. Pero conviene recordar que la mujer de Pedro Sánchez está siendo investigada por un supuesto tráfico de influencias, algo muy serio y más si se trata de la mujer del Presidente del Gobierno . Si se demuestra podría tener graves consecuencias. Por eso tanto bombo y platillo. Cuanto más se hable de Palestina menos se hablará de su mujer. Pero así es la política en España, un gran circo mediático con muchos actores en la lona.

 

       @alberto_pelaez