El general retirado Henry Torres, antiguo comandante de brigada, se encuentra en el ojo del huracán tras ser apartado de las fuerzas armadas por su vinculación con 303 asesinatos cometidos por militares bajo su mando durante el conflicto armado en Colombia. Sin embargo, hoy lo vemos sembrando árboles en un vivero del oeste de Bogotá, como parte de su contribución a la reparación del daño causado.
“Estamos restaurando no solo un ecosistema, sino tratando de minimizar ese daño que causamos (…) era una forma de resarcir un daño sin estar privado de la libertad“, afirma Torres, destacando la iniciativa como una oportunidad para redimirse.
Esta escena forma parte de un programa inédito de “justicia restaurativa” implementado por Colombia, surgido del histórico acuerdo de paz de 2016 con la guerrilla FARC. Sin embargo, la iniciativa no está exenta de controversias.
Roberto Vidal, presidente del programa, explica que iniciativas como “Siembras de paz”, en la que participan 46 militares, son pilotos para comprender mejor cómo implementar la justicia restaurativa en el país.
Para algunos, como Margarita Arteaga, hermana de Kemel Mauricio, asesinado en 2007 por militares, sembrar árboles resulta insuficiente como compensación por el dolor causado. Señala que estas acciones pueden interpretarse como una burla para las víctimas y sus familias.
Según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), entre 2002 y 2008, alrededor de 6,400 civiles fueron ejecutados por militares que los presentaron como guerrilleros abatidos en combate.