Los recientes resultados de las elecciones al Parlamento Europeo mostraron un importante desplazamiento hacia la derecha. Los partidos conservadores y de extrema derecha obtuvieron una mayoría considerable, lo cual implica una serie de desafíos y cambios no solo para Europa, sino también para América Latina y el resto del mundo.

Con esta mayoría significativa, se anticipa una desaceleración en los esfuerzos de integración y reforma de la Unión Europea (UE). En tal sentido, el proyecto europeo enfrenta un futuro incierto, ya que estos partidos priorizan las políticas de soberanía nacional sobre los esfuerzos de cooperación supranacional.

Ante ello, la reacción de los liderazgos europeos ha sido variada. En Francia, por ejemplo, el presidente Emmanuel Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó a elecciones anticipadas, señalando que la extrema derecha amenaza con empobrecer y degradar al país. Por otra parte, Marine Le Pen, del grupo Identidad y Democracia, celebró el fortalecimiento de las políticas antiinmigración y populistas, mientras que la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se convirtió en una figura prominente luego de la elección.

En América Latina, el presidente argentino Javier Milei aplaudió los resultados, viendo en ellos un respaldo a sus propias ideas libertarias y conservadoras. Tal entusiasmo refleja un alineamiento ideológico que podría repercutir en las relaciones transatlánticas y en la adopción de políticas similares en nuestra región.

El cambio en la configuración del Parlamento Europeo tendrá repercusiones relevantes, pues es probable que se refuercen las políticas de control fronterizo, dificultando la migración y endureciendo las negociaciones sobre asilo y personas refugiadas; asimismo, la prioridad en la seguridad interna podría afectar la cooperación en la lucha internacional contra el crimen organizado. Además, la estabilidad política en Europa es crucial para la inversión y el comercio global, y es posible que un Parlamento dominado por la derecha modifique acuerdos comerciales y la distribución de fondos de la UE, afectando así a las economías latinoamericanas.

El avance de la derecha en Europa es un fenómeno que no podemos ignorar, especialmente ahora que en México el pueblo refrendó su voto de confianza al proyecto del Gobierno de izquierda que encabezará la doctora Claudia Sheinbaum. Las decisiones que se tomen en Bruselas impactarán en nuestra región; por ello, se debe observar con mucha atención el nuevo escenario político.

Lo ocurrido en el Viejo Continente es también un recordatorio de los desafíos democráticos globales y de la importancia de mantener la atención para poder enfrentar las repercusiones que las nuevas dinámicas puedan traer a nuestra región. La historia nos ha enseñado que los movimientos políticos en una parte del mundo suelen tener efectos dominó a escala global, y por supuesto que América Latina no es la excepción.

 

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