DESPEDIDA. La expectación de los habitantes de La Habana, ante la llegada del Kazan y su flotilla, destaca la fascinación popular por la tecnología militar y su impacto en la vida cotidiana.
Foto: AFP | DESPEDIDA. La expectación de los habitantes de La Habana, ante la llegada del Kazan y su flotilla, destaca la fascinación popular por la tecnología militar y su impacto en la vida cotidiana.  

El submarino de propulsión nuclear ruso Kazan abandonó ayer el puerto de La Habana, donde permaneció cinco días anclado a la vista de los habaneros, mientras que un sumergible estadounidense también nuclear llegó el jueves a la base naval de Guantánamo.

Poco antes de las 10:00 de la mañana locales, el gran caparazón negro de Kazan cruzó la boca de la bahía de La Habana para navegar hacia mar abierto, seguido media hora más tarde por la fragata Almirante Gorshkov, mientras el buque petrolero Pashin hacía maniobras de salida.

La flotilla rusa, que incluye también al remolcador de salvamento Nikolai Chiker, arribó el miércoles a la capital cubana en medio de gran expectación de los habitantes, que se acercaron al puerto para ver con sus propios ojos un submarino nuclear.

El Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar) indicó, antes de su llegada, que los navíos no portan armas nucleares y no representan una “amenaza para la región”.

El presidente Miguel Díaz-Canel visitó el fin de semana la cubierta del submarino y la fragata rusos.

El ejército de Estados Unidos aseguró que monitorea de cerca la presencia de los barcos rusos, pero que no suponen una amenaza directa.

Adicionalmente, el buque canadiense Margaret Brooke arribó el viernes a Cuba y está previsto que abandone este lunes la isla.