El pasado martes 18 de junio falleció la cronista visual y fotógrafa Sara Facio, nacida en San Isidro en 1932, a sus 92 años. Así lo dio a conocer la Fundación María Elena Walsh, dirigida y creada por ella misma en aras de preservar la memoria de quien fuera su compañera de toda la vida.
“Te despedimos con mucho amor, Sara”, escribió la fundación desde su cuenta de Instagram. El Teatro San Martín, donde Facio también era un emblema, complemento diciendo: “recordaremos a Sara por sacar a la fotografía de los espacios limitados a entendidos para acercarla a todos y enseñarnos a mirar”, y acompañó el texto con un retrato de la fotógrafa realizado por Mariana Roveda.
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Sara era reconocida por su feminismo de raigambre, por confesar que a ella le importaba transmitir el “sentimiento estético” de la fotografía, por siempre cargar con su Leica y haber fundado La Azotea junto a María Cristina Orive, una editorial que se dedicaba a publicar libros relacionados con la fotografía.
Sin embargo, aquello que la hizo inmortal dentro de su oficio, fueron los retratos que hizo a escritoras y escritores como Victoria Ocampo, Olga Orozco, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato, el colombiano Gabriel García Márquez, las artistas Tita Merello y Mercedes Sosa, la poeta argentina Alejandra Pizarnik, el poeta chileno Pablo Neruda, la política y actriz argentina Eva Perón y, por supuesto, su gran amor y reconocida poeta y escritora, María Elena Walsh.
Cuando despuntó su carrera, o quizá en la coyuntura del mismo, fue parte fundamental de la disciplina fotográfica en Argentina. Se hizo cargo de puestos de alto mando en la Federación Argentina de Fotografía, y fue miembro activo y especializado en diarios como el Clarín y La Nación, donde creó secciones especializadas. Asimismo escribió sin reparos en La Prensa, Tiempo Argentino, La Opinión, Camera y Photovisión, estas últimas en Suiza y España, respectivamente.
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Dentro de sus reconocimientos, se encuentra el Premio Konex de Platino, otorgado en 1992, que la reconoció como la mejor fotógrafa argentina de la década. También fue laureada con el Artista, dado por la Federación Internacional del Arte Fotográfico y, en 2011, fue reconocida como ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires por todos sus aportes.
Reportes de medios locales, según pudieron recoger de la presidenta de la fundación mencionada en un principio, atribuyen la muerte del ícono de la fotografía argentina y latinoamericana a su problema del corazón que se le presentó en abril pasado, pero sobre todo a la vejez inexorable de haber pasado los 90 años.
Hoy la velaron, pero no dieron acceso a prensa ni nadie ajeno, sólo familiares y amigos. Quedan, para el recuerdo, todas y cada una de sus fotografías que posan en la memoria de quienes le seguían. Aquellas en las que plasmó su máxima: “Lo que yo hago en la fotografía es para lograr que el día que me muera no digan que se murió una vaca sino que se murió una persona que vio eso. Y lo que yo vi está en mis fotos. Ese es mi canon”.