Si le preguntas a la gente algo como: “¿Te parece chido que los jueces sean mejores y que además tú puedas elegirlos?”, probablemente te va a contestar, en abrumadora mayoría, que obvio sí. Si la gente a la que le preguntas es gente de tu movimiento o partido, es todavía más probable que la respuesta sea un entusiasta “¡claro!” que ronde el 100 por ciento.

Si además, no vaya a ser, la llamada consulta es diseñada, puesta en marcha, contada y calificada por las mismas personas que promueven la definida reforma al Poder Judicial de la que se trata la llamada consulta, el resultado es seguro. La llamada reforma va. Como, antes, fue la cancelación del aeropuerto de Texcoco, no sé si lo recuerdan.

Saben, estimados lectores, ¿cómo se le llama a este tipo de procedimientos? Se les llama “democracia popular”, una forma medio rara de la participación ciudadana en la que los detractores a la propuesta consultada, sea una disolución de la división de poderes o el cierre de un aeropuerto, tienen no solo el derecho sino la obligación de participar, pero sólo en un sentido: poniendo lana para la llamada consulta, vía impuestos.

¿Qué es lana tirada a la basura, en tanto el movimiento que impulsa la llamada consulta tiene mayoría calificada en el congreso y unos 70 mil gobernadores y cámaras locales a su servicio? Bueno, sí. Es una lana tirada a la basura si no perteneces a la dirigencia del movimiento. Porque si, por el contrario, sí perteneces, o sea, si eres de los que mandan, es una lana súper bien invertida: no pones un centavo, te adueñas completamente del país, porque tienes ya en tus manos el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y además te haces una publicidad fantástica, como gran reformista y gran adorador del pueblo.

Luego, por supuesto, la cereza del pastel. “Miren que a toda madre nos salió este ejercicio de participación popular. ¿Qué les parece si de aquí en adelante organizamos nosotros las elecciones y nos ahorramos la lanota que nos cuesta el INE?” Y listo. A contar votos en, digamos, la Secretaría de Gobernación. Como ventaja añadida, ya hay un especialista en estos menesteres. Es el licenciado Bartlett. Para que no se quede sin chamba, en caso de que no siga en la CFE con la nueva administración.

¿Qué la llamada democracia popular no tiene nada de democrática? Pues no. Nada, como ciertamente acabará por entender la abrumadora mayoría de ciudadanos que la apoyó en las urnas. “Menos mal”, dirán. Pero no. Entonces ya es demasiado tarde. O sea, ya es demasiado tarde.

 

     @juliopatan09