CEREMONIA. La población mestiza y rarámuri recordó a los padres y al guía de turistas, en el lugar donde encontraron sus cuerpos.
Foto: Especial | Labor. Elementos del Ejército, Sedena, Guardia Nacional y Pemex, supervisan el lavado de los ductos de drenaje, en donde vierten agua contra incendios con jabón, así como la toma de muestras para su análisis.  

La violencia e inseguridad en la sierra Tarahumara, en Chihuahua, sigue latente, no se termina, sólo está contenida en la zona de Cerocahui, donde hace ya dos años asesinaron a los dos sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Salazar, alerta Javier Ávila Aguirre, mejor conocido como Padre Pato y amigo de los religiosos.

“En la sierra, las cosas no crean que han cambiado mucho, hay zonas en que siguen los desplazamientos y las deforestaciones criminales y eso, pues, altera mucho la tranquilidad del pueblo, la paz”, comentó desde su parroquia en Creel, en entrevista vía telefónica con este medio. 

La salida forzada de las familias se mantiene, pues los delincuentes se apoderan de las tierras de los indígenas, situación que se da en mayor medida al sur del estado.

Tras el crimen del Padre Morita, el Padre Gallo y el guía de turistas, Pedro Palma, además de otra persona, “porque fueron cuatro víctimas”, dice el religioso, llegó la Guardia Nacional a hacer presencia en la parroquia (de Cerocahui) y lógico eso trae paz, trae tranquilidad”, al menos en la zona, dijo el sacerdote.

Con ello, señaló, ahora “los grupos armados no van a circular por esa zona “como lo hacían, con tanta libertad, con las armas al hombro(…) Sobre todo, cuando El Chueco estaba (presunto responsable del asesinato, era el amo y señor de toda esa región, con la llegada de estos cuerpos, de la Guardia Nacional se tranquilizan, por lo menos para ese lugar hay paz”. No obstante, la gente tiene miedo aún.

Ayer, en Cerocahui y en Chihuahua capital se realizaron actos para recordar a las víctimas del ataque, por parte del grupo de José Portillo Gil, El Chueco, considerado el brazo armado del Cártel de Sinaloa, y quien en marzo del año pasado, fue localizado sin vida en los límites entre Sinaloa y Chihuahua.

Al respecto, Ávila Aguirre recordó que él advirtió, tanto a la Federación como al estado, que la muerte de este sujeto no iba a resolver el problema; al contrario lo complicó, “primero, porque muere una persona sin tener un juicio y, segundo, viene el pleito muy fuerte de parte de los grupos armados para ocupar el puesto”.

Denunció que a la fecha, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas no ha reparado el daño por los homicidios y detalló que la casa de la primera víctima fue quemada y “hasta ahora el Gobierno no ha sido capaz de repararla”.

CAE ÚLTIMO INVOLUCRADO 

El lunes pasado, la Secretaría de Seguridad de Chihuahua informó sobre la detención de Carlos N, segundo al mando de la cédula delictiva liderada por Portillo Gil.

El padre Ávila Aguirre, el jesuita con más tiempo de vida en la zona, dijo en un podcast con motivo del aniversario luctuoso de los sacerdotes que “la sierra Tarahhumara está pintada de color y de esperanza, al mismo tiempo de luchas de frustraciones y de fracasos. Hay mucha persecucion hacia los pueblos indígenas, sobre todo porque siempre los hemos visto como ciudadanos de segunda”.

LOS RECUERDAN CON TRISTEZA Y CARIÑO

El 20 de junio de 2022, sus dos amigos y sacerdotes fueron asesinados y desaparecidos en la parroquia de San Francisco Javier, dejando en la orfandad a miles de indígenas. “Los recuerdo (a los padres Gallo y Morita) como gente muy cercana al pueblo y eso les hizo que los sigan recordando, con tristeza, pero con profundo agradecimiento y nos dejan este testimonio de lo que tenemos que hacer los jesuitas, si es nuestra opción, andar con el pueblo, hasta dar la vida”, dijo el Padre Pato.

Ahorita y Gallo desempeñaban labores pastorales y sociales; defendían la cultura raramuri y abogaban por servicios básicos para la sierra “donde el narcotráfico da vez va ganando más control”. 

La situación empeora por la contaminación

 

Alerta por turbosina

en la GAM está lejos

de tener solución

 

Situación. Colonos de Cuchillo del Tesoro señalaron que el olor del drenaje se ha intensificado, afectando su salud

 

Ángel Ortiz


La situación por la presencia de turbosina en el drenaje de la colonia Cuchillos del Tesoro, en la alcaldía Gustavo A. Madero, ha empeorado y las autoridades no dan información. Únicamente mantienen su presencia, realizan limpieza y mediciones; algunos vecinos sufren afectaciones a la salud e incluso no pueden dormir.

“La verdad es que ya ni se puede dormir, mira nada más cómo tengo los ojos; dos o tres personas de obras ya se sintieron mal también”, manifestó a este  diario Héctor Barrera.
En tanto, la señora Verónica dijo: “La situación está empeorando porque mientras no encuentran la raíz de esto, que dicen que son tomas clandestinas, y no le den seguimiento(…) con todas las lavadas que hagan y todos los vactor que pasen, vamos a seguir con el mismo problema”.

Refirió que también les es molesto que no les permiten ver cuando hacen las mediciones en las coladeras, lo cual, señaló, genera desconfianza en la población ante la posibilidad de que les están ocultando algo.

Sin embargo, dijo que confía que en la siguiente reunión con autoridades ya les den resultados e información certera que permita conocer la situación que enfrentan y la gravedad.
En la zona, vehículos de Pemex y del Gobierno de la Ciudad de México, acompañados de unidades y elementos del Ejército, la Sedena y de la Guardia Nacional, realizan recorridos por las calles para realizar el lavado de los ductos de drenaje, en donde vierten agua contra incendios con jabón.

Mientras que los camiones vactor se encargan del desazolve como parte del saneamiento, pero sin dar mayor información a los colonos, quienes indicaron que solo les han comentado la recolección de unas muestras para su análisis.

Vecinos señalaron que durante los recorridos y acciones de saneamiento, el olor a hidrocarburo que emana de las coladeras se ha intensificado, ya que el fuerte aroma era perceptible en ciertas zonas y horarios, pero ahora prevalece a lo largo de diferentes cuadras y en cualquier horario, lo cual, abundaron, se ha vuelto poco tolerable porque los malestares a la salud se han vuelto persistentes, incluso se intensificaron los síntomas.
El señor Héctor recurrió a la unidad médica que dispuso la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil a un costado del mercado local para recibir atención debido a los malestares que presentó y que indicó, se han vuelto poco tolerables como náuseas, ardor de ojos y picazón en la garganta.
“Me checaron mi presión y me dijeron que estaba bien, entonces me pusieron unas gotas(…) pero no estaban dando medicamentos y tuve que pasar a la farmacia a comprar las gotas”, relató al compartir que este jueves acudirá a su clínica.