El autor radicado en Madrid con "Titivillus" en sus manos.
Foto: Germán Troconis Trens. El autor radicado en Madrid con "Titivillus" en sus manos.  

Hace años que el escritor Elik G. Troconis vive en Madrid, pese a haber nacido en México. De hecho, lo que lo llevó a España fue, precisamente, la escritura. Publicó su primer libro, Asesino por religión, hace diez años, pero empezó a escribir sus primeros cuentos desde que era un estudiante de secundaria. Por lo mismo, o como un añadido, recuerda un dicho del escritor Joël Dicker, que parafrasea haciendo énfasis en la sensibilidad. Eso es lo importante, dice. 

La charla que pactamos vía remota por cuestiones de tiempo y espacio en las agendas sucede en las primeras horas de la mañana de un día de junio. Pese a la desmañanada, con la que bromeamos para romper el hielo, el autor tiene consigo una sonrisa inmensa y toda la calma del mundo. 

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Sabemos que Titivillus, su nueva novela, publicada por Nocturlabio Ediciones, es la razón principal de la charla, pero la curiosidad lleva por otros caminos. Tales como los plantados en un inicio: el origen, los logros cosechados. Ante ello, asegura que hay “muchas cosas que no se ven”, es decir todos los esfuerzos que el artista (dígase escultor, pintor, cualquier otro) tiene que hacer para existir en este mundo de publicaciones. 

A pesar de todo, Elik dice sentirse contento porque  tras 15 años de estar dentro de todo este círculo, ha conseguido hacerse un lugar con los premios que ha conseguido y con lo que con trabajo ha publicado. Aunque ello no es lo primordial, tal como deja claro su novela, el también poeta sabe lo importante que es tener esas preseas en la repisa en un mundo como este.

Su relación con la fantasía

Luego de pasar por varios e indistintos géneros en su escritura, un relato que escribió, relacionado con la fantasía, dice que “le dejó la espinita” de continuar por ese sendero. Y logró hacer una sinergia absoluta cuando juntó ese género literario con uno de sus más grandes miedos: perder la memoria, “perder pasado y, por antítesis, ganar futuro”. 

Dicho eso, ¿cómo llegó Titivillus si el germen estaba puesto en otro lado? Dado que la novela cuenta la historia de Faustino, un escritor que no ha cosechado ni siquiera algo cercano al éxito que, al toparse con el demonio del medioevo que se dedica a descomponer las palabras y sumar errores en los textos, acepta su trato para conseguir lo que siempre había desea, y por ello deberá entregarle su memoria a cambio de un futuro lleno de todo lo que siempre había soñado: éxito. Entonces podemos inferir con facilidad donde todo puede anidarse.

Como todo buen lector, bebe de influencias muy marcadas y otras tantas que brotan de manera subrepticia. Elik enumera dos que son claras y deja a la pericia de las lectoras y los lectores el resto. Las evidentes, que de tan obvias pueden perderse, son el Fausto de Goethe y El retrato de Dorian Grey de Wilde. Detalla, como dejando en suspenso a los interesados, que aunque hay elementos clásicos del terror, optó por dar giros para dejar su impronta en esta su primera “incursión formal” en la literatura fantástica. “Titivillus era el demonio ideal”, confiesa el también historiador, quien además cuenta que no dejó esa formación suya de lado.

Foto: Nocturlabio Ediciones.

Tomar los clásicos

Elik se muestra reacio a la idea de que “los clásicos son libros intocables” o que deben dejarse en su lugar inmaculado. “Son clásicos por algo”, añade. “Creo que es muy bueno tomarlos. Refrescarlos”. Así lo ha hecho en repetidas ocasiones con sus trabajos. “La idea era ver qué tienen que decirnos esos clásicos o esos referentes culturales previos hoy, en nuestra modernidad”, sentencia.

Consciente de que ha pasado tanto tiempo y siguen tan vigentes los “clásicos” es que está convencido de que estos libros siempre tendrán algo que decirnos. Y conjuga esa idea con la modernidad (o posmodernidad), sobre todo con el caso del éxito que todos buscan alcanzar, aunque de pronto nadie sepa qué es en realidad.

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Hemos dejado en otro plano la calidad de lo que estamos haciendo, de lo que estamos produciendo y proponiendo. E importa más qué tan visto es. Todo se mide así hoy por hoy” finaliza, antes de agregar que ha observado que las editoriales, piense cada cual la de su preferencia, ya no necesitan leer el manuscrito para tomar la decisión de publicar, pero sí lo hacen observando las redes de el o la interesada. Lo dicho por Elik: importa más qué tan visto es.

Finalmente, el joven autor dijo que dos libros fundamentales para la escritura de Titivillus fueron Aura de Carlos Fuentes y Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco. Más que por la extensión, por lo que son esas nouvelles dentro de la literatura mexicana y mundial.

Titivillus ya puede conseguirse a través de la editorial, en algunas librerías del Fondo de Cultura Económica y, dicho por el mismo Troconis, pronto a través de Amazon.