La situación en Bolivia refleja una creciente tensión política que podría afectar la estabilidad democrática en la región.
Foto: AFP | La situación en Bolivia refleja una creciente tensión política que podría afectar la estabilidad democrática en la región.  

El presidente de Bolivia, Luis Arce, denunció un intento de golpe de estado y juramentó una nueva cúpula militar, lo que llevó al repliegue de las fuerzas del destituido jefe del ejército que intentaron irrumpir en el palacio presidencial. Arce acusó en la red social X de “movilizaciones irregulares” de militares mientras tropas y tanques se concentraban frente a la sede del gobierno en La Paz.

Tropas militares y vehículos blindados se desplegaron en la plaza frente al gobierno boliviano e intentaron derribar una puerta del palacio presidencial. El general destituido, Juan José Zúñiga, ingresó al palacio y luego salió, según imágenes de la televisión.

Dirigentes políticos de varios países condenaron el suceso en X. Excepto Argentina, todos los países sudamericanos reprobaron el intento de golpe, incluidos los presidentes de Paraguay, Chile, Uruguay y Brasil. Lula da Silva reafirmó la posición de Brasil como “defensor de la democracia”.

Arce convocó a los bolivianos a movilizarse “en contra del golpe de Estado” y tomó juramento a los nuevos comandantes en el palacio presidencial, según una transmisión en vivo. Las tropas del destituido jefe del ejército se retiraron tras varias horas.

Zúñiga afirmó que busca “impedir el regreso de Evo Morales al poder en 2025″ y dijo que los militares quieren “reestructurar la democracia” en Bolivia. Morales, rival de Arce dentro del MAS y aspirante a regresar al poder, denunció un “golpe de Estado”.

En redes sociales surgieron sospechas de un autogolpe de Estado. El Grupo de Puebla, coalición progresista de líderes latinoamericanos, sugirió que Arce estaba detrás del suceso, mientras que la Cancillería boliviana acusó a Morales de “construir una narrativa” para acortar el mandato de Arce.