Si el debate entre el presidente Joseph Biden y el expresidente Donald Trump nos mostró a ambos como casi seguros de candidatos a cuatro años en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en el mundo se profundizó más el ambiente de pesimismo porque el poderío mundial de Estados Unidos carece de un verdadero liderazgo estratégico.
Gane quien gane las elecciones del primer martes del próximo noviembre –escasos cuatro meses y días–, no hay indicios de que alguno de los dos aspirantes tenga realmente una idea clara de lo que significa México para Estados Unidos y de lo que requieren los dos países para darle una viabilidad estratégica a una frontera de más de 3,000 km.
Si México debe esperar poco de la reelección de Biden o de la reelección tardía de Trump, entonces deberá de revaluarse de manera positiva el estilo personal del presidente López Obrador para gestionar la relación vecinal: dejar de darle importancia económica al poderío estadounidense y colocar los intereses mexicanos por encima de los intereses estadounidenses.
La próxima presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el canciller designado Juan Ramón de la Fuente deberán partir del punto actual de las relaciones México-Estados Unidos que dejará el presidente López Obrador y de ahí profundizar la autonomía relativa en decisiones estratégicas de seguridad nacional.
La candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz había dejado una mala imagen y una preocupación latente cuando hizo una gira a Estados Unidos para buscar el apoyo de los centros de poder dominante de la hegemonía americana, dejando con anticipación la idea de que México regresaría a la relación subordinada a Washington.
Migración, narcotráfico, geopolítica regional y sobre todo la descomposición delictiva de la línea fronteriza entre las dos naciones hoy en poder del crimen organizado deben definir el enfoque prioritario de México a las nuevas relaciones que comienzan en ambos países por relevos presidenciales.
Zona Zero
- Cuando menos 11 estados de la República requieren de atención prioritaria de la nueva administración presidencial por problemas graves de crimen organizado: Guerrero, Michoacán, Baja California, Chihuahua, Tamaulipas, Morelos, Guanajuato, San Luis Potosí, Durango, Sinaloa y Zacatecas, aunque con evidencias de que las bandas delictivas vinculadas al narco están expandiendo sus redes de poder hacia los otros estados de la República. Una tarea titánica, pero prioritaria.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
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