Entre un anciano con evidente falta de capacidad en la concentración mental iniciando oraciones sin sentido y sin llegar a ninguna conclusión y un toro sin cerca anunciando una estrategia geopolítica de mayor dominación militar estadounidense, el mundo debe prepararse para cuatro años más de incertidumbre y guerras.

La estrategia de seguridad nacional para la política exterior de Washington siempre estuvo determinada por un consenso bipartidista, tomando en cuenta que republicanos y demócratas definían enfoques electorales sólo en casos locales concretos de impuestos, gastos y derechos sociales.

El próximo Presidente de EU encontrará un planeta determinado por un desorden mundial, pero con el hecho inocultable de que los adversarios de Washington están más preparados para lo que viene que los dos candidatos locales, sus partidos y sus élites dominantes: Rusia, China, Irán, Corea del Norte, India y países radicales de África han seguido avanzando en la conquista de espacios de movilidad menos dependientes.

América Latina quedó al garete desde la caída de la Unión Soviética 1989-1991, Bush no la necesitó para sus invasiones a Irak y Afganistán, Obama se preocupó más por Europa occidental y Trump centralizó la relación en un entendimiento informal con México, pero a cambio de que aceptarán sus políticas migratorias restrictivas.

De 1992 a 2024, América Latina se ha reorganizado a sí misma eludiendo las trampas revolucionarias y aprovechando los beneficios del populismo, siempre con Rusia, China e Irán tratando de establecer relaciones políticas serias aunque informales. Biden no miró más allá del río Suchiate.

Si se reelige Biden, seguirá el rezago estadounidense; si Trump regresa a la Casa Blanca, entonces Washington comenzará a apretarle las tuercas a los gobiernos latinoamericanos, aunque sólo en temas migratorios y de narcotráfico.

Pero el mundo entrará en una zona de conflicto con Biden o con Trump.

 

Zona Zero

  • Sin que fuese un tema central de su discurso programático, Trump hizo un reconocimiento que pareció pasar desapercibido a los analistas: la frontera física México-Estados Unidos es un desastre de desorganización, corrupción y falta de una política estratégica. El punto clave radica en que el Gobierno federal de EU perdió la alianza con los gobiernos estatales sobre todo de California, Arizona, Texas y Miami y todo si quiere arreglar con presencia creciente de guardias nacionales estadounidenses y más patrulla fronteriza.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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