El embate al Poder Judicial ha dado un giro.
Aparte de reformar la Constitución para elegir más de mil 600 posiciones de ministros, magistrados y jueces, la mira se dirige a la cabeza.
Sería la ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández, quien tantos desagrados ha causado al Presidente de la República desde su designación.
Tras su elección el año pasado, marcó distancia del Poder Ejecutivo y en específico de Andrés Manuel López Obrador y los miembros de su gabinete.
Lo midió el secretario de Gobernación a principios de 2023, Adán Augusto López, con quien a diferencia de Arturo Zaldívar, no tenía derecho de picaporte.
Y si no eran recibidos ni él ni la consejera Jurídica de la Presidencia, María Estela Ríos, mucho menos era dócil a las recomendaciones sobre temas de sumo interés para Palacio Nacional.
Ella siempre se escudó en la ley pues, argumentaba, su obligación era respetar la autonomía de los juzgadores y vigilar el imperio de la ley.
GOLPE AL ESTILO TRIFE
Quién sabe si de manera directa o por mensajero.
Pero el mensaje de respuesta del Ejecutivo fue recomendarle no provocar al Presidente y mantener la colaboración entre los tres Poderes de la Unión.
En un mes, en enero de 2023, se estropearon las relaciones y el hecho más sonado sucedió el 5 de febrero siguiente, cuando la ministra Norma Piña recibió sentada el arribo de López Obrador al Teatro de la República, en el aniversario de la Constitución.
Exactamente un año después vino el amago definitivo: el 5 de febrero de 2024 el Presidente envió una veintena de iniciativas -18 de ellas para reformar la Constitución-, una para modificar radicalmente al Poder Judicial.
A pesar de la amenaza de ser ahorcados, los 11 -ministros acudieron ante sus inminentes verdugos con la oposición de algunos –Luis María Aguilar, Alfredo Ortiz Mena y la propia Piña– a expresar cambios mínimos a la propuesta, como hacer de manera gradual los relevos en juzgados, tribunales y la Sala Superior de la Corte.
Ayer en varios espacios judiciales se hablaba sobre el movimiento de destituir a la ministra presidenta, para lo cual sólo serían necesarios seis de los once votos.
Ya tienen tres seguros -las ministras Loretta Ortiz, Yasmín Esquivel y Lenia Batres en espera del sustituto en diciembre de Luis María Aguilar– más alguno cuyos votos en sentencias importantes se acercan al Ejecutivo.
Veremos si este movimiento crece.
PONIATOWSKA Y HARP
1.- Ayer, donde estaba la residencia presidencial, una declaración causó asombro.
La escritora Elena Poniatowska, tan cercana a López Obrador y a su movimiento, expresó públicamente su apoyo a la cantante oaxaqueña Susana Harp para la Secretaría de Cultura.
Dato relevante por la posición de la declarante, pero también porque ha sonado como candidata a esa posición la investigadora Beatriz Gutiérrez Müller, la esposa presidencial.
Elena debe tener información del máximo nivel.
Y 2.- En la comunidad universitaria hay buen ánimo.
Como gran parte del siglo pasado, la UNAM se encamina a ser semillero de los altos funcionarios del gobierno de la República.
Tiene lógica: la futura presidenta, Claudia Sheinbaum, surgió de la mayor casa de estudios del país y conoce a muchos de sus investigadores, activistas y académicos.
El jueves sabremos si ratifica esa ruta.
@urenajose1