Así de entrada, al Doctor Patán se le humedecieron los ojos con las palabras del compañero Éder. Qué bonito –me dije– que por fin alguien entienda que El Fis es algo más que un caricaturista sin humor pero lleno de convicciones y, con el corazón en la mano, le dé su lugar de manera pública. Que por fin alguien lo dimensione como un comisario político. Más: como un Beria del obradorismo.

“Desde que el presi @lopezobrador_ se fue a hacerse cargo de la patria, @fisgonmonero se echó sobre sus hombros el resguardo ético de nuestro movimiento –se lanzó mi Éder en XTwitter, o como se llame–. Honesto, solidario, congruente, desprovisto de cualquier ambición personal. También es un honor estar con El Fisgón”.

Pero enseguida me golpearon las dudas. Uy, mi Éder. Más allá de lo de “presi”, que no estoy seguro de que sea un apelativo aceptable para el Quinto Presidente Más Popular del Mundo, ¿no le has aprendido al Epi? Compañero: te quedaste corto. En el movimiento, los elogios no se hacen con freno de mano. No hay que cortarse con la prosa poética.

Te sugiero, en mi humilde calidad de compañero de militancia, que te eches otro Xtuit o como se llamen, pero con el acelerador emocional a tope. ¡Hay tanto que puedes añadir! Pienso en algo así (siéntete libre de usar mis palabras sin restricciones): “Faro de la plástica mexicana, arcipreste de la fraternidad universal, lugarteniente inmarcesible del Supremo, Sancho Panza del Humanismo Mexicano, gracias por dejar que me pierda en la mirada ígnea de un hijo del pueblo consagrado a la revolución de las conciencias, en la sonrisa de un alma pura perlada de destellos solidarios, en esa fuerza viva nacida de la esperanza popular”. En fin, compañero. Lo dejo a tu consideración. Estás a tiempo de corregir.

Por otro lado, el Doctor Patán está en condiciones de asegurarles que lo de los hombros no funciona en todos los contextos. Quiero decir: ahí el Éder se aventó un momentazo de la lírica patria. Eso no podemos regateárselo, al margen de que luego no haya rematado la faena. Nada más que no es de aplicación universal. El otro día traté de llevarlo al terreno matrimonial, para contrarrestar una crítica sobre mi supuesta irresponsabilidad con los asuntos domésticos de dinero.

“Mientras tú organizabas las finanzas –tuve el atrevimiento de decir–, me eché sobre los hombros el resguardo ético de esta casa”. Fue un fracaso. Vaya, no pude ni empezar con la parte de “honesto” y etcétera. Para citar a los clásicos, ha vuelto la guerra fría.

 

        @juliopatan09