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En un giro inesperado para Europa, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, realizó una visita sorpresa a Kiev este martes. Su llegada coincide con el inicio del período en el que Hungría asume, por los próximos seis meses, la presidencia rotativa del Consejo Europeo, que es el foro integrado por los 27 jefes de Estado o de Gobierno de los miembros de la Unión Europea (UE).

Orbán, conocido por sus estrechos vínculos con el presidente ruso Vladímir Putin y su escepticismo hacia el apoyo occidental a Ucrania (Budapest, bajo su liderazgo, condicionó su apoyo a Mark Rutte, próximo jefe de la OTAN, a no ser incluido en el apoyo militar y financiero a Ucrania), propuso un alto al fuego sugiriendo que podría acelerar las conversaciones de paz. Sin embargo, esta propuesta ha generado escepticismo entre los funcionarios ucranianos, quienes temen que un alto al fuego permita a las fuerzas rusas reagruparse. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, mantuvo una postura firme y subrayó la necesidad de una paz “justa, duradera y equitativa”, en lugar de un cese temporal que podría beneficiar al agresor.

Durante sus conversaciones con el mandatario ucraniano, Orbán aprovechó para abordar los derechos de la minoría étnica húngara en Ucrania y abogó por una mayor cooperación bilateral, incluida la modernización económica de Ucrania con apoyo de Budapest. Asimismo, Zelenski anunció que Hungría abriría una escuela en el idioma ucraniano para los refugiados que viven allí, lo que se vio como un gesto amigable entre la tensión del encuentro.

En medio de estas maniobras geopolíticas, una encuesta reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores destacó un sentimiento complejo en Europa. Si bien el apoyo a Ucrania sigue siendo alto, la preferencia se inclina hacia armar a Ucrania no necesariamente para una victoria militar total sino para reforzar su postura en futuras negociaciones de paz. Adicionalmente, el 69% de los ucranianos abogan por un mayor apoyo militar y consideran que la membresía en la UE, cuya negociación formal con Bruselas inició hace unos días, es esencial para su estrategia de seguridad nacional.

A medida que la presidencia del Consejo Europeo le da a Hungría una voz más prominente, las maniobras de Orbán podrían moldear la trayectoria de la diplomacia europea hacia el conflicto. Con la prolongación de la guerra, la comunidad internacional sopesa las perspectivas de paz sin perder de vista que, para ello, habría que confiar en la palabra del Kremlin.