En medio de la articulación del escenario electoral de Estados Unidos, Rusia y China organizaron una cumbre en Kazajistán para construir un nuevo acuerdo geopolítico en previsión de lo que pueda pasar en Washington.

Y como para ponerle un poco más de sabor, el presidente ruso Putin dejó entrever la victoria política del precandidato republicano Donald Trump.

Lo que está ocurriendo en el mundo y que tendrá efectos en América Latina no es otra cosa que los efectos naturales del desorden geopolítico que es consecuencia de los ciclos naturales de órdenes más o menos administrados.

En el debate entre los dos candidatos estadounidenses, Trump tuvo muy claro que el escenario internacional era adverso para Estados Unidos y que este desorden fue producto de errores estratégicos del presidente Biden en Ucrania: la Casa Blanca tuvo todos los elementos que estaban adelantando la invasión rusa, pero ni Washington ni la OTAN tomaron previsiones para evitarlo.

El punto de conflicto se localizó en la reorganización que promovió el presidente Biden de la OTAN con nuevos socios que rompieron el muy precario equilibrio político y militar en la región, tomando en cuenta que Ucrania hace frontera física con el territorio ruso. Con el apoyo de China, Rusia fortaleció su zona de influencia en la ex zona soviética.

La cumbre de seguridad en Kazajistán con China y Rusia y los viajes estratégicos de Putin a Corea del Norte fueron elementos de advertencia a Estados Unidos, sobre todo aprovechando la ausencia operativa de un Presidente –como se acaba de revelar– que sólo trabaja de 10 de la mañana a 4 de la tarde, y el asunto se complica cuando se percibe la falta de un verdadero equipo estratégico de primera línea en materia de inteligencia, seguridad y política exterior.

En EU registraron la cumbre rusa-china y en los sectores de política exterior procesaron la información de que esa alianza requiere de un Presidente estadounidense activo.

 

Zona Zero

  • El anuncio de la designación de Omar García Harfuch como secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana del gabinete de la presidenta electa Sheinbaum Pardo estaba ya descontado de las expectativas políticas, sobre todo en el escenario de la decisión de volver a proponer en el Congreso la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. A Harfuch se percibe como jefe policíaco, pero tiene la vena familiar del último de los políticos priistas: Javier García Paniagua.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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