Gobernación era la gran secretaría.

 

La gobernabilidad del país dependía de la fortaleza del titular y por eso eran tan prestigiados Mario Moya Palencia, Jesús Reyes Heroles, Fernando Gutiérrez Barrios y muchos más.

 

Fue semillero de candidatos a la Presidencia del viejo priismo hasta cuando Moya Palencia, con el control de los gobernadores y el liderazgo de Carlos Armando Biebrich, estuvo a un tris de romper con Luis Echeverría Álvarez.

 

Luego se debilitó.

 

A recomendación de un exalto funcionario de Colombia, Enrique Peña Nieto supeditó la seguridad pública a Miguel Ángel Osorio Chong, lo cual lo distrajo como interlocutor con mandatarios estatales y dirigentes políticos.

 

Se le convirtió en jefe policiaco, no en mando político.

 

Con Andrés Manuel López Obrador se le quitaron funciones al grado de ver al director jurídico de Presidencia, Julio Scherer Ibarra, disputar el poder a Olga Sánchez Cordero.

 

A esa dependencia va Rosa Icela Rodríguez, primera secretaria de Gobierno de la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum y en espera de rediseñar una dependencia sin la trascendencia del pasado.

 

En la capital Rosa Icela atendía muchas funciones más por encomienda de López Obrador -su seguridad en la urbe estaba a cargo de ella- y ahora ha reconstruido su relación y fortalecido su influencia con la próxima presidenta.

 

Hubo cierto distanciamiento, razón por la cual se le envió fugazmente a Puertos y Marina Mercante para aterrizarla en Seguridad Pública y Protección Ciudadana.

 

El buen trato se ha restablecido y no va de florero.

 

 

REBELIÓN EN PARTIDOS

 

Marko Cortés y Alejandro Moreno viven circunstancias parecidas.

 

Los dos enfrentan resistencias en el PAN y en el PRI, en el primer caso para imponer un incondicional del michoacano y en el segundo para evitar la permanencia por ocho años más del campechano.

 

En Acción Nacional la lucha de los aspirantes a presidentes se centra en evitar primero el Control de Elecciones, en especial la influencia del coordinador parlamentario Jorge Romero -principal interesado en suceder a Cortés– sobre tres miembros clave, Ana Teresa Aranda, Ignacio Loyola y Beatriz Zavala.

 

-Tratamos de evitar -me dice la tlaxcalteca Adriana Dávila– un conflicto de interés en la Comisión de Elecciones porque ellos son subordinados de Romero en la Cámara de Diputados.

 

Pero no ve problema con Marko Cortés:

 

“Él ya se va al Senado de la República en dos o tres meses, pues está pendiente la fecha de la elección y no hay manera de que se quede”.

 

SOSPECHAN DE INE Y TRIFE

 

El problema está en otro lado.

 

En las autoridades electorales porque hay un cabildeo en el INE de Guadalupe Taddei y el Tribunal Electoral de Mónica Soto para avalar procesos dudosos o permanencias indebidas.

 

Nadie puede afirmar si hay pláticas avanzadas entre los dirigentes de PAN y PRI y mucho menos acuerdos para evitar vigilancia y permitir elecciones o asambleas amañadas.

 

Pero el rumor está entre panistas y priistas de cepa y será un escándalo mayúsculo en las próximas semanas o meses.

 

Con un agravante: la falta de limpieza en estos procesos sucesorios debilitaría más a ambos partidos y dejarían en manos del lopezobradorismo, con el Presidente actual o su sucedánea, sin una oposición de por sí debilitada en las elecciones de junio pasado.

 

      @urenajose1

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