Andrea Robin Skinner, hija menor de la escritora canadiense Alice Munro, escribió en una columna de opinión para el Toronto Star, que su padrastro, Gerald Fremlin, abusó sexualmente de ella cuando tenía 9 años, en 1976, una noche que había visitado a su madre. Fue esta la primera varias ocasiones.
Este “rompimiento del silencio” sucede a casi dos meses del fallecimiento de la Premio Nobel de Literatura 2013, en una columna descorazonadora, que recupera no sólo cómo sufrió abuso por parte del segundo esposo de la novelista, sino también cómo su padre, Jim Munro, decidió no decirle nada a su madre en primera instancia y como ello le hizo sentirse sola.
Aunado a lo anterior, cómo tomó coraje para, muchos años después de esa primera vez, contarle a su madre a través de una carta. “Resultó que, a pesar de su simpatía por un personaje de ficción, mi madre no sentía nada parecido por mí. Reaccionó exactamente como yo temía, como si se hubiera enterado de una infidelidad”, subraya en su columna.
Apena luego en su escrito, tras describir cómo fue decirle a su padre y a su hermanastro y hacer una especie de recuento de las conductas abusivas e incorrectas de Fremlin, escribe:
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“La visité allí [Comox, B.C] y me sobrecogió su sensación de herida contra sí misma. Creía que mi padre nos había hecho guardar silencio para humillarla. Luego me habló de otros niños con los que Fremlin tenía “amistad”, enfatizando su propia sensación de que ella, personalmente, había sido traicionada
“¿Acaso ella se dio cuenta de que estaba hablando con una víctima, y que esa víctima era su propia hija? Si lo hacía, yo no podía sentirlo. Cuando intenté contarle cómo me habían herido los malos tratos de su marido, se mostró incrédula. “Pero eras una niña tan feliz”, dijo”, espetó.
Andrea también narra cómo Fremlin le dijo a su madre que si ella [Andrea], se atrevía a ir a la policía, la mataría. Asimismo cuenta que la culpó a ella, pese a que había sido abusada. “Describió a mi yo de nueve años como una “rompehogares” y dijo que el hecho de que mi familia no interviniera sugería que estaban de acuerdo con él”, apuntó la menor de las tres hijas de Munro.
Pese a todo, cuenta Skinner, quien actualmente es maestra en meditación y mindfulness, que su madre volvió con Fremlin y estuvo con él hasta la muerte de ella en 2013. “ Dijo que se lo habían “dicho demasiado tarde”, que le quería demasiado y que nuestra cultura misógina tenía la culpa si yo esperaba que ella negara sus propias necesidades, se sacrificara por sus hijos y compensara los fallos de los hombres. Insistió en que lo que había ocurrido era entre mi padrastro y yo. No tenía nada que ver con ella”, aseveró Skinner sobre lo que contestó su madre.
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Tras reconocer cómo fue que terminó su relación con su Alice Munro tras leer una entrevista que le hicieron en The New York Times y cómo decidió, en 2005, denunciar a Fremlin, cuenta que “quería contar esta historia, su historia, para formar parte de las historias que la gente cuenta sobre mi madre”. Sin embargo, fue consciente que dado el éxito de su madre, no sucedió lo que deseaba, sino sí el silencio de todos.
“En cuanto a mi relación con mi madre, nunca me reconcilié con ella. No me exigí arreglar las cosas ni perdonarla. Lloré su pérdida, y eso fue una parte importante de mi curación”, agrega cerca del final de su testimonio. “Parecía como si nadie creyera que la verdad debía contarse nunca, que nunca se contaría, desde luego no a una escala que se correspondiera con la mentira. Hasta ahora”, finalizó.