Una serie de bombardeos rusos en Ucrania dejó al menos 36 muertos y alcanzó dos hospitales, incluido uno infantil, lo cual provocó condenas internacionales antes de una cumbre de la OTAN.
“Los terroristas rusos volvieron a atacar masivamente Ucrania con misiles”, declaró el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Las ciudades afectadas son Kiev, Dnipró, Krivói Rog, Sloviansk y Kramatorsk, situadas en el centro y este del país.
Zelenski detalló que “edificios residenciales, infraestructuras y un hospital infantil resultaron dañados” y las autoridades indicaron que los rusos lanzaron 38 misiles, de los que 30 fueron derribados. Desde Varsovia, donde se encontraba ayer, pidió una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU y una “respuesta más fuerte” de las potencias occidentales.
En Kiev, donde dos centros médicos fueron alcanzados por los proyectiles, incluido un importante hospital pediátrico, 22 personas murieron y otras 72 resultaron heridas, según los servicios de emergencia. Otras 11 personas murieron en la región de Dnipropetrovk, en el centro del país, y otras tres en Pokrovsk, más al este, cerca de la línea de frente, según las autoridades. En total, al menos 137 personas resultaron heridas.
Rusia desmintió su responsabilidad en los bombardeos y aseguró que apuntó contra “instalaciones militares”, afirmando que los daños fueron causados por la caída de misiles ucranianos.
El secretario de la ONU, Antonio Guterres, consideró que los ataques contra los centros médicos “son particularmente chocantes”, según declaró su portavoz, Stephane Dujarric. Rusia “ataca sin piedad a los civiles ucranianos”, denunció el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell.
Francia, Reino Unido y Canadá también condenaron los ataques. Desde México, la Secretaría de Relaciones Exteriores se refirió al bombardeo al reprobar “cualquier tipo de ataque en contra de objetivos civiles” y exigió “el apego estricto a los códigos de conducta establecidos en el derecho internacional”.