Joe Biden no es un mal presidente de los Estados Unidos, pero ya está muy viejo para ser un buen candidato a la reelección.

Ese podría ser un asunto que solo podría importar a los electores estadounidenses. Es más, debería ser solo de preocupación para los simpatizantes del Partido Demócrata si no fuera por esta simple razón: Donald Trump.

Estados Unidos ha tenido en su historia candidatos muy controvertidos, pero no había llegado hasta este punto de tener un aspirante presidencial probadamente peligroso hasta para el mismo sistema democrático de su país.

Algo que no pueden ver sus simpatizantes, que están hipnotizados con el encanto nacionalista que les vende Donald Trump, es que la reelección de este republicano implica un peligro para el sistema democrático estadounidense y también para la frágil estabilidad mundial, porque Trump no esconde su simpatía por los tiranos.

Pero Trump entendió muy bien el juego del populismo, que requiere altas dosis de carisma y bajos niveles de principios éticos, y este empresario cumple muy bien con los dos requisitos.

Está visto que muchas democracias, jóvenes o consolidadas, no tienen los suficientes filtros sociales para depurar a esta clase de personajes que acaban por ser el peor peligro para esas naciones.

Para no irnos a los efectos devastadores del populismo en cabeza propia, hay que ver lo que ha ocurrido en países emblemáticos como El Salvador.

Ese encantador político joven, Nayib Bukele, llegó al poder con una promesa que ha cumplido a cabalidad. Prometió acabar con el crimen al costo que fuera, incluso violando los derechos humanos, y le compraron esa oferta los salvadoreños.

Por supuesto que un país azotado por la delincuencia acogió muy bien la postura radical de quien lanzó una advertencia a las pandillas: “paren de matar o no se quejen después”. El resultado: una mega cárcel donde fueron encerrados los pandilleros o los que se parecieran.

Bien pues ese Bukele, autodefinido como el dictador más cool del mundo, acaba de lanzar esta advertencia al sector empresarial de su país: “Voy a hacer un llamado como el que le hicimos a las pandillas… le voy a dar un mensaje a los importadores, a los comercializadores, a los mayoristas y distribuidores de alimentos, paren de abusar del pueblo salvadoreño o no se quejen después”.

No entendió el valor de los derechos humanos y lo aplaudieron, ahora no entiende la dinámica del mercado y está a punto de cometer un acto de suicidio económico para su país.

Cada populista exitoso en el mundo será un candidato a dictador en la medida que las instituciones de su país sean frágiles. Y, claro, también si el personaje tiene capacidades que superen su simple carisma.

En Estados Unidos un segundo mandato de Donald Trump podría resultar devastador para ese país y ni hablar para México como su villano favorito en materia de migración y narcotráfico.

Trump ya aprendió que puede hacer lo que quiera sin consecuencias, hoy tiene un manto protector de la Corte Suprema de su país y realmente tiene deseos de detentar un poder que supere las limitaciones de un tradicional presidente de los Estados Unidos.

 

      @campossuarez