Este martes, el Departamento de Justicia de EE. UU. (DOJ) anunció la interrupción de una extensa campaña de desinformación rusa que utilizaba inteligencia artificial (IA) para generar cuentas falsas en redes sociales, difundiendo narrativas a favor del Kremlin. La “granja de bots” involucró a cerca de 1,000 cuentas fraudulentas en X, antes Twitter, y buscaba manipular la opinión pública a favor de los intereses geopolíticos de Rusia.
La “granja” habría sido maquinada por un editor adjunto de RT (Russia Today), el medio de comunicación estatal de Rusia, con respaldo financiero del Kremlin. La investigación reveló que la operación aprovechó la IA para crear y gestionar personajes ficticios que se hacían pasar por estadounidenses. Estos “bots” difundieron contenido que apoyaba las acciones de Rusia en Ucrania, con el objetivo de sembrar discordia dentro de EE. UU. y otras democracias.
Al respecto, el fiscal general Merrick Garland declaró: “Mientras el gobierno ruso continúa librando su brutal guerra en Ucrania y amenaza a las democracias (…), el DOJ seguirá desplegando todas nuestras autoridades legales para contrarrestar la agresión rusa y proteger al pueblo estadounidense.”
El FBI, en colaboración con la Cyber National Mission Force (CNMF) y autoridades de Canadá y los Países Bajos, confiscó dos nombres de dominio con sede en EE. UU. utilizados para registrar estas cuentas falsas y solicitó a la empresa X, de Elon Musk, la información de 968 perfiles señalados como parte de la acción propagandística.
La sofisticación de la operación fue evidente: los perfiles generados por IA tenían biografías detalladas e ideologías políticas personalizadas. Una cuenta, supuestamente residente de Minneapolis, publicó videos de Vladímir Putin justificando la invasión rusa de Ucrania. Otra persona falsa, llamada Sue Williamson, compartió contenido engañoso para denigrar al ejército ucraniano.
Un estudio de 2022 de ProPublica destacó cómo las fábricas de “bots” rusos han evolucionado sus métodos para adaptarse a nuevas plataformas y tecnologías, lo que dificulta la lucha contra sus actividades. Por ende, para las democracias es complejo estar un paso adelante. Usualmente, Occidente reacciona a estas ofensivas, ya que es cada vez más difícil prevenirlas.
A medida que se acercan las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre, el DOJ y sus aliados se dicen preparados para contrarrestar cualquier intento extranjero de influir en el proceso democrático.