ENIGMA. El descubrimiento del ejemplar de la ballena picuda ofrece una oportunidad única para estudiar una de las especies marinas más esquivas.
Foto: AFP | ENIGMA. El descubrimiento del ejemplar de la ballena picuda ofrece una oportunidad única para estudiar una de las especies marinas más esquivas.  

Un ejemplar de ballena picuda de Bahamonde varado en la playa de Otago, Nueva Zelanda, ha despertado gran interés entre los científicos. Esta especie es una de las más inusuales del mundo y nunca se ha documentado un avistamiento en vida.

El Departamento de Conservación del país identificó al cetáceo, de cinco metros de longitud, gracias a sus distintivas características, como el cráneo, el pico y los dientes. La ballena fue trasladada rápidamente a un almacén refrigerado para su estudio.

Hannah Hendriks, asesora técnica marina del departamento, mencionó que encontrar a un marino tan esquivo como este es como hallar “una aguja en un pajar”. A pesar de que se conoce “muy poco, prácticamente nada” de la especie, el hallazgo “llevará a una ciencia increíble e información de primera mano”.

La falta de avistamientos, debido a su hábito de sumergirse a grandes profundidades para alimentarse, hace que aspectos como el hábitat y comportamiento de estas ballenas sean un enigma.

Aunque las pruebas genéticas al ejemplar tardarán meses, si se confirma que es la enigmática especie, sería el primer caso en que los científicos podrían diseccionarla y establecer su relación con otros ejemplares encontrados, así como descubrir su dieta y obtener pistas sobre su hábitat.

Hasta el momento, sólo se han documentado seis de estos cetáceos, pero todos los anteriores se encontraron sin vida y ninguno en condiciones lo suficientemente intactas para estudios detallados.