Una sala de espera llena y una pared tapizada de cédulas de identificación, eso es lo primero que se observa en el segundo piso del inmueble ubicado en División del Norte 2315, a lo lejos y con mirada cansada, pero alegre nos recibe María Elena Solís, representante legal de la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos A.C., organización con casi 30 años de labor que logrado que más de 5 mil personas vuelvan a sus hogares a reunirse sanos y salvos con sus familiares.
El andar de Elenita ya es un poco lento, pero tiene la convicción de que su labor no cesará hasta que en México el fenómeno de la desaparición esté erradicado, lo que ella, por ahora ve poco probable.
PROMESA Y COMPROMISO
El trabajo de la Asociación comenzó poco tiempo después de que la nieta de María Elena desapareciera, a partir de ese momento, ella hizo un compromiso con Dios de que en el tiempo que le quedará de vida apoyaría a sus semejantes para localizar a sus seres queridos ausentes.
“Desafortunadamente el 19 de noviembre de 1994 tuve la desdicha de que robaran a mi nieta. En ese entonces existían bandas organizadas de robachicos y se robaban a los niños para adopción ilegal, dentro y fuera de nuestro país, así como para trabajos forzados y prostitución”, señaló en entrevista para 24 HORAS.
En aquel tiempo, refiere la activista, la búsqueda de un familiar era aún más complicada que ahora, no se contaba con buenos protocolos ni con el apoyo tecnológico que existe actualmente, sin embargo acotó que el trabajo de aquella Fiscalía que la apoyó fue impecable, pues sólo 50 días después logró recuperar a su nieta.
Solís sostiene que ahora hay resultados con la suma de voluntades, que concentran el trabajo de autoridades, sociedad civil y los medios de comunicación, una labor diametralmente distinta a la que se hacía en ese entonces.
“Cuando un ser querido desaparece, es el peor dolor. De hecho nuestro eslogan dice: ‘El peor dolor que puede sufrir un ser humano es la pérdida de un hijo, ayúdanos a regresarles la sonrisa’. Sientes una enorme impotencia porque no sabes quién te puede ayudar”, sostuvo.
Desafortunadamente, recuerda, no todos los reencuentros tienen un final feliz, pues son muchas también las personas localizadas sin vida.
“Al final siempre es el dolor de ver sufrir a estas personas, son muchos casos, pero al final nuestra intervención es valiosa para dar con ellos y las personas que cometen el delito”, expresó.
UN GIRO RADICAL
Desde 2006, María Elena Solís detectó en la Asociación que los reportes de desaparecidos habían cambiado, pues cada vez eran menos los de niños y más los de adultos, principalmente del sexo masculino entre 20 y 40 años, de ahí que aumentó el número de colectivos para esta labor como las madres buscadoras.
“Yo admiro a todas las personas que se dedican a esto, porque no es fácil, debes de poner muchas horas de tu tiempo, desvelarte, el sol, hacer búsquedas. No es solo tener la asociación, hay que cumplir con los protocolos que te exigen para apoyar a las víctimas”, indicó.
Detalló que actualmente, en su experiencia con las Fiscalías, cada mes se reúnen con los Ministerios Públicos para conocer avances del caso y con el compromiso de trabajar unidos para dar con el paradero de cada desaparecido.